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Videntes y supuestas apariciones, ¿dónde está el peligro?

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Miguel Pastorino - publicado el 10/09/15
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Revelaciones privadas y apariciones (2a parte)Las apariciones marianas, a lo largo de la historia, han sido y son una demostrada fuente de frutos espirituales, conversiones, milagros y de renovación espiritual para muchos creyentes, incluso para que muchos alejados vuelvan a la Iglesia.

Pero ahora no hablamos de las apariciones aprobadas por la Iglesia, de las que hay suficiente información, sino de aquellas que proliferan últimamente, sobre todo gracias a internet, como un fenómeno paralelo a la Iglesia.

Como señalábamos en la primera parte de este artículo, muchos de los supuestos videntes y sus difusores defienden aparentemente las posturas morales de la Iglesia con radicalidad, pero enseñan una imagen de Dios contraria a la revelada en Jesucristo, fomentando en muchos casos la superstición y el pensamiento mágico. 

Creen que la Virgen María es más buena y misericordiosa que Dios, y que intercede con grandes sufrimientos, para que Dios Padre se apiade de la humanidad y no nos castigue con baños de azufre y fuego, como un dios pagano irascible y malhumorado.

Los peligros del fundamentalismo

En algunos casos, es tal el fanatismo de algunos grupos aparicionistas, que si uno no adhiere a su vidente o no se lee sus mensajes, es visto como una persona poco espiritual o incrédula.

Son muchas las páginas de Internet donde se hacen listados de sacerdotes, obispos y cardenales que habrían sido tomados por Satanás por no escuchar los “mensajes” de Jesús, de María, del Padre Pío o de algún arcángel.

Pr eso se colocan por encima de toda autoridad, aunque en su doble discurso digan que siguen las enseñanzas del Papa. Pero como “lo dice la Virgen” ¿quién puede oponerse? Esta actitud se conoce como iluminismo fundamentalista.

Se caracterizan por un tono apocalíptico y se creen los heraldos de María para salvar a la Iglesia de la apostasía y al mundo del desastre, como si el Espíritu Santo se hubiera fugado de la Iglesia y se les reservara sólo a ellos el don del discernimiento.

Sólo escuchan a la jerarquía cuando les acompañan en sus cometidos; sin embargo no acatan ninguna autoridad pastoral si se los llama a la prudencia. Y si no se los aprueba, sería la jerarquía la que se equivoca persiguiéndoles injustamente.

Y por el fundamentalismo que les caracteriza, buscarán citas bíblicas para sentirse perseguidos por causa de la verdad y del Evangelio y siempre tienen una respuesta fanática y reduccionista para no aceptar sus excesos y falta de apertura a las orientaciones de la Iglesia.

Lo típico de la mentalidad fundamentalista es no aceptar ningún tipo de críticas, y menos que les relativicen lo que ellos absolutizan.

¿Pueden derivar en sectas?

El especialista español Manuel Guerra Gómez se pregunta: “¿Se transformarán muchos de estos grupos en sectas separadas de la Iglesia por creerse ellos los portadores del “verdadero mensaje” de Dios?”.

En algunos centros de culto de estas nuevas “apariciones”, muchos sacerdotes han sido suspendidos por su desobediencia al obispo y actitudes escandalosas, creando división en lugar de paz. Pero después son reinterpretados como mártires por la fe, ya que siempre son los demás los que se equivocan, los que los persiguen injustamente.

Y encontrarán algún mensaje de María que les anunció que serán perseguidos por la falta de fe que reina en el mundo o porque es la hora de Satanás, y cosas por el estilo.

Muchos de estos movimientos encierran también elementos ambiguos y confusos en torno a la fe y a la vida espiritual.

Y el problema más grande no está en sus contenidos –solamente-, sino en la importancia que atribuyen a los requisitos para ser un “verdadero cristiano”, como ayunar varias veces a la semana, rezar una cantidad considerable de rosarios, e incluso realizar ayunos y peregrinaciones a su santuario particular, so pena de no ser un cristiano realmente “convertido y fiel a la Virgen”.

Una especie de elitismo gnóstico donde el que no conoce sus mensajes es un creyente de segunda categoría.

La pobre gente que por “hacerle caso a la Virgen” sigue a más de uno de estos movimientos a la vez, terminará ayunando casi todos los días y rezando un listado interminable de plegarias necesarias para aplacar el castigo inminente de Dios. ¡Vaya cristianismo!

Este tipo de discurso se parece más a las religiones paganas que exigen sacrificios para calmar la ira de un dios temible, que al Dios revelado en la Biblia que no ha venido para condenar, sino para salvar.

El Dios de Jesús no es ambivalente, es exclusivamente amor y bondad, y el “castigo” consiste en rechazar su amor y la oferta de salvación, en la radical libertad que nos da de autodestruirnos, pero no en que dicte una sentencia lapidaria o se dedique a enviar amenazas.

Aspectos positivos

No queremos generalizar, porque también es verdad que muchas personas han llegado -o regresado- a la fe católica mediante estas supuestas apariciones, y algunos de los fieles que se adhieren al mensaje de un vidente particular, se someten al juicio de la Iglesia y saben ubicarse con paciencia, llevando con humildad y serio discernimiento el proceso, bajo la guía de los obispos y las comisiones creadas para estos casos.

El discernimiento eclesial no generaliza, sino que investiga caso por caso.

Varios de estos movimientos espirituales tienen elementos muy positivos y enriquecedores para la fe de muchos fieles, que gracias a ellos han llegado a la Iglesia y a experimentar una verdadera conversión.

El peligro del desvío y el sectarismo es más frecuente cuando no hay claridad doctrinal y cuando no hay un serio acompañamiento pastoral.

¿Qué es lo que ve un vidente?

“Las apariciones -cuando son verdaderas-, no son una comunicación directa con Dios, en estado puro. En el mensaje del vidente se mezclan sus experiencias psicológicas y culturales, su visión del mundo, la mentalidad de la época y otras muchas cosas.

Los videntes siempre transmiten una experiencia reelaborada por su subjetividad psíquica y espiritual. Hasta la Biblia, por ser palabra de Dios en lenguaje humano, ha de ser interpretada.

Por eso, no podemos tomar al pie de la letra los mensajes de las apariciones, como si fuesen una comunicación directa de Jesús o de María” .

El 26 de junio del año 2000, el entonces cardenal Joseph Ratzinger como prefecto de la Congregación para la Doctrina del fe, publicó un “comentario teológico al tercer secreto de Fátima”, donde aborda de manera brillante el tema de las revelaciones privadas.

Por razones de espacio, solo compartimos la cuestión antropológica que es muy clarificadora:

“Está claro que en las visiones de Lourdes, Fátima, etc. no se trata de la normal percepción externa de los sentidos: las imágenes y las figuras, que se ven, no se hallan exteriormente en el espacio, como se encuentran un árbol o una casa. Esto es absolutamente evidente, por ejemplo, por lo que se refiere a la visión del infierno (descrita en la primera parte del ‘secreto’ de Fátima) o también la visión descrita en la tercera parte del ‘secreto’, pero puede demostrarse con mucha facilidad también en las otras visiones, sobre todo porque no todos los presentes las veían, sino de hecho sólo los ‘videntes’. Del mismo modo es obvio que no se trata de una ‘visión’ intelectual, sin imágenes, como se da en otros grados de la mística. Aquí se trata de la categoría intermedia, la percepción interior, que ciertamente tiene en el vidente la fuerza de una presencia que, para él, equivale a la manifestación externa sensible….

…La «visión interior» no es una fantasía, sino una propia y verdadera manera de verificar, como hemos dicho. Pero conlleva también limitaciones. Ya en la visión exterior está siempre involucrado el factor subjetivo; no vemos el objeto puro, sino que llega a nosotros a través del filtro de nuestros sentidos, que deben llevar a cabo un proceso de traducción.

Esto es aún más evidente en la visión interior, sobre todo cuando se trata de realidades que sobrepasan en sí mismas nuestro horizonte. El sujeto, el vidente, está involucrado de un modo aún más íntimo. Él ve con sus concretas posibilidades, con las modalidades de representación y de conocimiento que le son accesibles. En la visión interior se trata, de manera más amplia que en la exterior, de un proceso de traducción, de modo que el sujeto es esencialmente copartícipe en la formación como imagen de lo que aparece. La imagen puede llegar solamente según sus medidas y sus posibilidades. Tales visiones nunca son simples ‘fotografías’ del más allá, sino que llevan en sí también las posibilidades y los límites del sujeto perceptor”.

Criterios pastorales

La Iglesia ha aprobado poquísimas apariciones y se ha manifestado con declaraciones de falsedad en casos donde era necesario, para evitar la confusión doctrinal de los fieles.

Los elementos para discernir su autenticidad son los frutos de fe y conversión, la coherencia con el Evangelio en los contenidos del mensaje, y si los videntes son reservados, humildes y obedientes a sus pastores.

El Cardenal Carlo M. Martini expresó su preocupación por la falta de discernimiento y el excesivo fomento actual de la superstición y el pensamiento mágico dentro de la fe católica.

“…Hablo del peligro de favorecer una fe poco pura, que pretende signos tangibles, que no parte de la escucha de la fe, sino que cree sólo después de haber visto. Y la disminución de la fe es un daño gravísimo para la comunidad cristiana. Se corre el riesgo de crear generaciones atentas y siempre dispuestas a trasladarse en coche o en autobús de un lugar a otro para captar un mensaje, para conocer a un vidente o una vidente, para asistir a manifestaciones carismáticas o exorcismos.

El peligro es el de una fe morbosa, supersticiosa, empobrecedora, que debilite la simplicidad y la humildad de esa fe neotestamentaria ciertamente expresada en lo sensible, pero basada en una adhesión profunda y total a la Palabra, no en la búsqueda afanosa de signos, muy a menudo ambiguos” .

Una mirada serena pero crítica, ayudará a actuar como enseña el apóstol Pablo: “Examínenlo todo y quédense con lo bueno” (1 Tes. 5, 21).

Una postura equilibrada en quienes tienen responsabilidades pastorales, es lo más importante. No hay que atacar estos fenómenos por prejuicios racionalistas, pero tampoco fomentarlos con ingenuidad y superstición, sino acompañar a quienes en su búsqueda de una experiencia más profunda de Dios, necesitan de ayuda y discernimiento para caminar y crecer en el seguimiento de Jesús.

Bibliografía

  1. Guerra Gómez, M. (2002). Diccionario Enciclopédico de las Sectas. Madrid: BAC. voz: “Visiones”, “Revelaciones nuevas”.
  2. Murad, A. (2005). María, toda de Dios y tan humana. Dabar: México.

 



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