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San Bernardo de Claraval, el hombre más importante del siglo XII

SAINT BERNARD
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Dolors Massot - publicado el 20/08/15
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Fue el gran impulsor de la Orden Cisterciense y tenía un don especial para convencer a las personas para que siguieran a Cristo

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Bernard de Fontaine (san Bernardo de Claraval) nació en el castillo Fontaines-les-Dijon, en la Borgoña (Francia) en el año 1090. Sus padres eran los señores del castillo y recibió un alto nivel de educación junto a sus siete hermanos en las materias de latín, literatura y religión.

Se le considera el hombre más importante del siglo XII por su santidad y sus aportaciones a la Historia. Impulsó la arquitectura gótica, fue predicador de la Segunda Cruzada (aunque los cristianos perdieron ante los musulmanes), impulsó la Orden del Císter, desempeñó la función de abad de forma ejemplar… También defendió al papa Inocencio II del antipapa Anacleto.

De su personalidad se dice que era líder, amable, simpático, alegre, inteligente… Se le llamaba el "doctor boca de miel" (melífluo) por la dulzura de sus palabras. Atrajo a muchas almas a Dios. Hasta tal punto, se dice, que había mujeres que tenían miedo de presentarle a sus novios para que no los convenciera y se entregaran a la vida religiosa.

San Bernardo no siempre fue así. Tuvo su conversión.

Durante algunos años vivió con las facilidades propias de su familia noble y frecuentaba la vida social con superficialidad. Sin embargo, notaba que la vida de lujo y fiestas no le llenaba el corazón.

Una noche de Navidad, durante la celebración litúrgica, se quedó dormido. Entonces se le apareció la Virgen con el Niño en brazos en Belén. La Virgen le ofreció a Jesús para que lo amara e hiciera que muchos otros lo amaran también. San Bernardo decidió en ese momento dar un giro a su vida y consagrarse a la vida religiosa y al apostolado.

En el año 1113, teniendo 23 años, ingresa como novicio en el convento de la Orden del Císter junto con un grupo de unos 30 hombres de origen noble que él mismo había reunido. Entre ellos estaban sus cuatro hermanos mayores, uno de ellos casado, al que convenció de que renunciara a su esposa e hijos para hacerse monje. Su padre ingresó al fallecer su madre, y también se entregaron a la vida religiosa su hermana santa Humbelina y el marido de esta.

El superior del convento era san Esteban Harding, que vio en Bernardo una vocación firme y fiel. De ahí que en 1115, cuando el monasterio está demasiado lleno, decide enviar al joven monje para que funde el monasterio de Claraval (Clairvaux). Así, a lo largo de su vida fundará 68 monasterios, siempre siendo abad de Claraval hasta su muerte.

A san Bernardo de Claraval se le atribuye una de las oraciones más rezadas por los cristianos a la Virgen, el “Acordaos”. Esto se debe a una confusión con el padre Claudio Bernardo, del siglo XVII, quien la difundió. Sin embargo, hay que decir que el santo contribuyó a la devoción a la Santísima Virgen con sus escritos.

Falleció el 20 de agosto de 1153.

San Bernardo de Claraval es patrono de Gibraltar, Algeciras (Cádiz), de los trabajadores agrícolas y del Queen’s College de Cambridge.

Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: ¡invoca a María!

Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estella, invoca a María!

Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: ¡invoca a María!

Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.

En medio de tus peligros, de tus angustia, de tus dudas, piensa en María, ¡invoca a María!

El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se parten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos. ¡Siguiéndola no te pierdes en el camino!

¡Implorándola no te desesperarás! ¡Pensando en Ella no te descarriarás!

Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.

¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial!

Amén.

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