La fe, el dolor, el perdón y la esperanza se manifestaron en los presentes
El domingo 21 de junio la histórica iglesia “Emanuel African American Episcopal Churh” de la comunidad negra de Carolina del Sur, reabrió sus puertas por primera vez para un servicio religioso, desde que el miércoles 17 fuera escenario de la masacre cometida por los disparos del joven de 21 Dylann Roof que acabó con la vida de nueve personas, entre ellas el pastor de la comunidad.
Durante la emotiva ceremonia en honor de las víctimas, cientos de feligreses, muchos con los ojos cubiertos por las lágrimas, cantaron, rezaron y recordaron a los tres hombres y seis mujeres que fallecieron mientras participaban en un estudio bíblico en el templo metodista. El dolor, la fe y la solidaridad unió a estos hombres y mujeres que “dieron un hermoso testimonio del poder del perdón, la fe y la esperanza cristiana”, según comentó un testigo del evento.
La página web atribuida a Roof incluye un manifiesto de 2.500 palabras de tinte racista y con errores ortográficos titulado "El último rodesiano", así como referencias a Charleston y a la Sudáfrica del apartheid.
"No tengo otra opción. No estoy en posición para entrar, solo, en el gueto, y luchar", comienza diciendo el texto. "Elegí Charleston porque es la ciudad de más historia de mi estado y que tuvo en un tiempo la proporción más alta de negros en relación a blancos en el país", es otro de los comentarios que aparecen en esta página.
Según uno de los investigadores del caso, Roof dijo que pretendía comenzar una “guerra racial”.
Desde el momento de la matanza, mientras se llavaban a cabo las investigaciones policiales, las puertas de la iglesia metodista de Charleston, escenario del crimen, habían permanecido cerradas. El sábado y el domingo se reanudaron las actividades religiosas. El reverendo Norvel Goff que fue el pastor invitado, dio un sermón durante el servicio religioso del domingo.
"Las puertas de la iglesia están abiertas", declaró. "Ningún malhechor ni demonio en el infierno o en la Tierra podrá cerrar las puertas de la iglesia de Dios", aseveró el reverendo.
El asiento del pastor de la congregación y senador de Carolina del Sur, Clementa Pickney, una de las víctimas del tiroteo, permaneció cubierto con una tela negra.
Todavía queda un largo camino por recorrer para lograr lograr sanar la profunda herida causada por este acto de violencia y racismo; pero ya se han dado los primeros pasos con esta ceremonia en la que se elevaron plegarias al cielo invocando la paz, el amor y el perdón. Charleston y su gente cree en un futuro mejor.
Con información de CNN.