5 preguntas y 5 aclaraciones sobre la dirección espiritual
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Quisiera un director. ¿Qué hago?
“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis”. Algunas recomendaciones son acudir a lugares (parroquias y movimientos) con vitalidad espiritual, confesarse con algunos de sus sacerdotes e irles pidiendo consejo de forma progresiva, hasta que, si se ve que da fruto, se consolide la relación.
¿La dirección espiritual ayuda a tomar decisiones?
No sólo eso. Es un acompañamiento en el camino de la vida, que ayuda a discernir la acción del Espíritu Santo, el Director –con mayúscula– (de ahí viene el apelativo espiritual), cuya Luz ha de ser la guía de director y dirigido.
Toca todas las facetas de la vida cristiana: la oración, la vocación, el apostolado, las tentaciones…
El director espiritual “debe ser experto en humanidad; se debe establecer una relación de corazón a corazón”, en la que “se ilumina el entendimiento, se fortalece la voluntad y se ordenan los afectos”, explica el padre José María Alsina, Director del Aula de Teología desde el Corazón de Cristo, de Toledo.
Es buena siempre, pero hay situaciones en que tiene más importancia: la juventud, los estados de vida consagrada, los primeros años de matrimonio…
¿La Iglesia pide tener director?
No es obligatorio, pero sí muy recomendable, y ha formado parte de la vida y el magisterio de la Iglesia de forma continuada.
Se puede ver una relación parecida a la dirección espiritual entre san Pablo y Timoteo y Tito, aunque fueron los monjes del desierto los que la instituyeron.
Muchos santos y fundadores la han vivido y recomendado, y sometían a su discernimiento incluso revelaciones divinas privadas.
Hay parejas de directores y dirigidos elevadas a los altares: san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier, san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús, san Claudio de la Colombière y santa Margarita María de Alacoque,…
¿Hace falta director hoy en día?
Tras la crisis postconciliar, “ahora se está demandando mucho por parte de los fieles, y hay mayor disponibilidad de los sacerdotes. Se está desarrollando mucho en ambientes eclesiales como los movimientos y las pastorales especializadas; e incluso en las parroquias hay muchos sacerdotes que están empezando a dirigir –explica el padre Alsina–. Casi todos los que empiezan a profundizar en la vida cristiana” buscan director.
“La realidad hoy es muy compleja, y surgen problemas y decisiones delicadas en el matrimonio, el trabajo o la vida pública”, y heridas afectivas ante las que la gente busca luz. Tanto la Exhortación Evangelii gaudium como la Relatio del Sínodo de la Familia subrayan la im-portancia del acompañamiento.
¿No coarta la libertad e impide madurar espiritualmente?
Al contrario. Tener director “ayuda al dirigido a crecer en libertad y madurez, porque uno no toma las decisiones movido por su propio juicio, que puede estar condicionado, sino iluminado por la palabra de la Iglesia”, explica el padre Alsina.
Hay que tener en cuenta que el director se puede equivocar. Si después de buscar ambos la voluntad de Dios no están de acuerdo en algo, debe respetar la decisión del dirigido.
La dirección espiritual NO es…
·Buscar un consejo puntual ni ir de sacerdote en sacerdote.
· Que te digan que lo haces todo bien.
·Ir al psicólogo. Pero el director debe tener conocimientos básicos de
psicología y remitir a uno si hace falta ayuda especializada.
· Obedecer ciegamente al director.
· Lo mismo que la confesión. Eso sí, en el confesionario a veces se plantean
cuestiones de dirección, y una reunión de dirección puede empezar o acabar con confesión.
Por María Martínez López
Artículo publicado por Alfa y Omega