Más de cinco mil personas murieron en 2012 por eutanasia y suicidio asistido en países donde están legalizados
¿Gaby Olthuis fue “animada” a la eutanasia? ¿Aquellos que debían dirigir su elección tuvieron en cuenta sus condiciones psico-físicas? En Holanda todavía se debate el caso de esta mujer de 47 años, madre de dos niños, que el 1 de marzo de 2014 escogió el camino de la “muerte dulce”.
La Comisión regional para la eutanasia ha abierto una investigación y ha pedido a la clínica Levenseindekliniek documentos que pruebe, entre otras cosas, lo que se hizo para aliviar su sufrimiento antes de decidir quitarle la vida, como por ejemplo “repetidos intentos de ayuda profesional, psiquiátrica y psicológica” (Netherlands Times, 19 de enero).
Gaby decidió explicar su historia en el programa Altijd Wat, emitido en la televisión holandesa Ncrv.
“Todo empezó den 2011 -cuando nació mi segundo hijo- con un extraño zumbido en las orejas que empeoraban cada día. Se trataba de un trastorno auditivo llamado acúfeno”, relató.
“En seguida el diagnóstico se hizo de hiperacusia (patología derivada de una alteración cerebral en la elaboración de los sonidos) –continuó-. Oía ruidos terribles, sonidos acústicos parecidos al ruido del chirrido de los frenos de un tren, o de un taladro, o de objetos metálicos que caían. 24 horas. No tenía paz. Me dijeron que no me curaría” (Avvenire, 22 de enero).
La elección del “fin de la vida”
La mujer estaba desesperada. “Me encerré en casa; salir para mí se había convertido en un tormento. Y entonces pedí a mi médico que me practicara la eutanasia”, recordaba ante las cámaras.
“La respuesta fue: ni hablar –continuó-. Lo intenté con otro doctor, pero también él cerró bruscamente la conversación con un rechazo. He pedido ayuda a la Levenseindekliniek di Den Haag (la Clínica para el fin de la vida), donde han acogido mi petición. Estoy aquí porque querría que la gente me comprendiera y no juzgara”.
El marido de Gaby, Patrick, explicó que antes de recurrir a la eutanasia, la mujer viajó también a Israel para someterse a terapias que sin embargo no la habían beneficiado.
El marido precisó que en la clínica Den Haag siguió los protocolos de rito antes de tomar aquella última bebida letal que le provocó la muerte. “Pasaron semanas, no se hizo todo rápidamente”, explicó a Rtl nieuws el 20 de enero.
Pero la Comisión regional para la eutanasia piensa de forma diferente y sostiene que se profundizó el cuadro psiquiátrico de la mujer.
No habría sido investigado el sufrimiento real de la persona antes de proceder al tratamiento previsto por los protocolos para el fin de la vida.
Y para la clínica de Den Haag este sería ya el tercer caso “sospechoso” de eutanasia durante el 2014.
La Levenseindekliniek, en su web oficial, se defiende de las acusaciones: “Las investigaciones se han hecho con prudencia. Nos encontramos con que no había opciones de tratamientos que atenuaran el sufrimiento, que entonces se había vuelto insoportable. El psiquiatra acertó con estas condiciones, con la debida prudencia” (www.levenseindekliniek.nl, 19 de enero).
Uno de los requisitos que la ley holandesa sobre la eutanasia pide antes de que se efectúe un tratamiento es precisamente determinar el “sufrimiento psíquico” y el “potencial deterioro de la personalidad” como un motivo válido para obtener la muerte inducida (libertaepersona.org, 28 de agosto de 2013).
¿En qué países es legal el suicidio asistido y la eutanasia?
En el año 2012, más de cinco mil personas murieron por eutanasia y suicidio asistido en países en los que están legalizados, según datos del Observatorio die Bioética de la Universidad Católica de Valencia.
Actualmente sólo en Holanda y Bélgica están aprobadas ambas prácticas, desde el año 2002. El suicidio legal es legal en Suiza desde 1918 y también en algunos estados norteamericanos: Oregón desde 1997, Montana y Washington desde 2009 y Vermont desde 2013.
El suicidio asistido significa el 7,8% de las muertes en Holanda y el 2% en Bélgica. La preponderancia de la eutanasia sobre el suicidio asistido en Bélgica y Holanda parece indicar que los individuos que desean terminar con su vida prefieren que lo haga un facultativo que hacerlo ellos mismos.
El país con mayor incidencia de suicidio asistido es Suiza, en donde esta práctica está legalizada, aunque escasamente regularizada desde un punto de vista legal, por lo que se permite acceder a ella a personas que no son enfermos terminales. Prácticamente basta el deseo de suicidarse del propio individuo.