El arzobispo de Acapulco habla de la misión de la Iglesia en un país hoy sacudido por constantes escándalos de violencia y corrupción
Monseñor Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Acapulco (México), ha escrito un profundo comentario sobre la campaña permanente por la paz lanzada a principios del mes de diciembre por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) como una forma de dar respuesta a la crisis humanitaria que ha derivado en crisis política y social y con el fin de contribuir a la paz desde la misión pastoral de la Iglesia católica en un país hoy sacudido por constantes escándalos de violencia y corrupción.
Oración y medios de comunicación
La intención de la campaña “Por un México en Paz” es que todas las diócesis del país asuman las líneas de acción propuestas por la CEM de acuerdo a sus circunstancias mediante un plan unificado en todo el país y que comprende cinco líneas de trabajo pastoral, social e, incluso, trabajo político.
“La primera (línea de Acción) –escribe monseñor Garfias– se refiere a la oración por la paz, puesto que ésta es un don de Dios que se suplica y se acoge. La oración, con sus diferentes expresiones, nos pone en condiciones de desear, trabajar y comprometernos por la paz”.
Hay que recordar que la desaparición de 43 normalistas que estudiaban en la escuela rural de Ayotzinapa y que fueron “desaparecidos” por una supuesta colusión entre cuerpos policiacos y bandas de narcotraficantes, se llevó a cabo, justamente, en la provincia eclesiástica de Acapulco, de la cual es arzobispo metropolitano monseñor Garfías Merlos.
En lo que se refiere a la segunda línea de acción propuesta por la CEM, dice el arzobispo de Acapulco, una de las zonas más golpeadas por el crimen y que se ha convertido en la segunda ciudad más violenta del mundo, “tiene que ver con una campaña mediática en la que se van a ir transmitiendo mensajes a través de los medios que tiene la Iglesia y también en los medios que hay en la sociedad, como radio, televisión, redes sociales y prensa”.
Ver a los jóvenes, trabajar por la justicia
En este mismo sentido, la tercera línea consiste en el acercamiento a los jóvenes en los lugares y en las condiciones en que se encuentran, para acompañarlos en sus sueños y en sus esfuerzos por participar en la edificación de la sociedad. “Creemos –dice monseñor Garfias, haciéndose eco de todos los obispos de México– que es un sector estratégico que necesita de nuestra cercanía”.
Más de 70 por ciento de los fallecidos en la guerra contra el narcotráfico y en la lucha de carteles enemigos por el control del territorio y del trasiego de drogas en México, son jóvenes menores a los 27 años de edad, por lo que el anuncio del Evangelio entre ellos se ha convertido en una prioridad en la Iglesia mexicana, toda vez que el lento crecimiento económico del país ha dejado a amplias capas de la población juvenil sin un empleo estable.
Por ello, la CEM, recuerda monseñor Garfias Merlos, insta a todas las diócesis del territorio mexicano a crear –como tercera línea de acción– centros juveniles con enfoque de paz.
La cuarta línea de acción “implica el compromiso de que todas las diócesis acompañen y atiendan a las víctimas de las violencias, siguiendo el modelo de Acapulco o de otras diócesis donde se tienen experiencias en el tema, aprovechando los aprendizajes adquiridos”, escribe monseñor Garfias, quien se ha destacado por un sensible trabajo enfocado a las víctimas de la violencia en su arquidiócesis y a nivel nacional.
La paz como construcción social
Y –finalmente– la quinta línea de acción que se refiere a la animación de los diálogos sociales en la que los diferentes sectores de la sociedad se encuentren y compartan sus sentimientos y sus pensamientos, sus propuestas y proyectos con el fin de que la sociedad civil se fortalezca y tenga una participación activa en este momento.
“La Iglesia no quiere ser protagonista sino animar y favorecer este tipo de procesos que, de hecho, ya han estado surgiendo en la sociedad civil. La paz tiene que ser una construcción social, que implica la justicia, la verdad y la reconciliación”, terminó diciendo en su comunicado monseñor Garfias Merlos.