Que no se escatimen los esfuerzos necesarios para erradicar este virus y se ayude de forma concreta a los afectados
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Con su oración y cercanía a los afectados por la epidemia de ébola – en particular entre los más desfavorecidos en África – el Papa Francisco renovó su apremiante llamamiento a la Comunidad Internacional, para que no se escatimen los esfuerzos necesarios para erradicar este virus y se ayude de forma concreta a los afectados. Invitando a la oración por las víctimas de esta enfermedad y por el personal sanitario, voluntarios y religiosos que prestan su ayuda de forma heroica, el Obispo de Roma hizo hincapié en la difusión de este virus.
Y desde la Plaza de San Pedro, se elevó la oración del Papa Bergoglio con los miles de peregrinos de tantas partes del mundo, que participaron en la audiencia general de este miércoles, junto con su nuevo llamado:
«Ante el agravamiento de la epidemia de ébola, deseo expresar mi profunda preocupación por esta implacable enfermedad que se está propagando en especial en el continente africano, sobre todo entre las poblaciones más desfavorecidas. Estoy cerca con mi afecto y mi oración a las personas afectadas, así como a los médicos, a los enfermeros, a los voluntarios, a los institutos religiosos y a las asociaciones que se prodigan heroicamente para socorrer a estos nuestros hermanos y hermanas enfermos. Renuevo mi llamamiento para que la Comunidad Internacional cumpla todos los esfuerzos necesarios para debelar este virus, aliviando concretamente las dificultades y los sufrimientos de cuantos están tan duramente probados.
Los invito a rezar por ellos y por cuantos han perdido la vida».
«Que la visita a las tumbas de los Apóstoles impulse en todos el amor a Dios que se manifiesta en el amor concreto a los hermanos», deseó a todos el Santo Padre, para luego recordar la proximidad de la Solemnidad de Todos los Santos. A los queridos jóvenes los invitó a ver en los Santos modelos de vida; a los queridos enfermos a ofrecer su sufrimiento por cuantos tienen necesidad de conversión; y a los queridos recién casados que impulsen la fe en su hogar conyugal.
Artículo originalmente publicado por Radio Vaticano