San Cleofás es uno de los discípulos de Cristo a los que conocemos por su nombre. De él los evangelios aportan dos referencias. Una, la de su marcha de Jerusalén después de que Cristo ha padecido y muerto en la Cruz, y el consiguiente encuentro con Jesús Resucitado, que se narra en Lucas 24, 13-33. Otra, en la que san Juan dice en su evangelio que al pie de la Cruz, en el Calvario, estaba acompañando a la Virgen Santísima "María, mujer de Cleofás".
No sabemos si esta María era discípula que acompañaba a Cleofás en el camino, aunque algunos teólogos consideran que podía ser que el Señor se hiciera el encontradizo con el matrimonio.
En cualquier caso, la enseñanza es clara: Cristo se muestra como Dios y Hombre Resucitado, en cuerpo glorioso, a algunos de sus seguidores para que den testimonio de Él de ahora en adelante para todas las generaciones futuras.
El evangelio de san Lucas narra así los hechos:
Jesús Resucitado, con infinita paciencia, les explica entonces que en Él se cumplen las profecías tan ansiadas por el pueblo de Israel (que ellos sí conocían). El Señor se pone a su nivel:
Entonces se produce el primer acercamiento de los discípulos de Emaús al Señor, sin aún saber quién es del todo. Pronto llegará la gran revelación:
La Iglesia católica celebra san Cleofás el 25 de septiembre.
Confesamos, Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti nadie es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de San Cleofás venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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