Lo femenino es muy importante: la verdadera igualdad está en el valor de la diferencia
"Feminidad y masculinidad son entre si complementarios no solo desde el punto de vista físico y psíquico, sino ontológico. Solo gracias a la dualidad de lo masculino y de lo femenino lo humano se realiza plenamente. Juan Pablo II, carta a las mujeres 29-v1-1995 Madrid, Documentos palabra DP-60, 152.
Nadie está en desacuerdo en la igual dignidad entre varón y mujer, pero se pontifica sobre esta como si fuera una victoria moderna o reciente, lo cual no es cierto. El grave problema es que al reivindicar esta dignidad se refieren solo a la igualdad de capacidades, oportunidades laborales, sociales, políticas, etc. Para ello, se tiende a asimilar a la mujer al varón, pero al equipararlos no se respeta la distinta dotación natural y esencial de cada quien, con la grave consecuencia de la deshumanización de ambos. Tan grotesco es que el varón se afemine como el de que la mujer se masculinice.
Pretender la igualdad de lo distinto bajo estos enfoques solo provoca que cada uno pierda su propia riqueza y reciba en cambio suplantaciones que lejos de ser perfecciones, solo son impedimentos para alcanzar la plenitud del desarrollo humano. Varón y mujer tienen recursos distintos, la perfección como personas y el destino de cada uno de ellos no puede llevarse a cabo prescindiendo: en el caso del hombre de la masculinidad o bien de la feminidad en el de la mujer.
Algunas distinciones corpóreas y psíquicas entre varón y mujer que ponen de relieve lo sublime de la feminidad son:
El cuerpo del varón es más fuerte, más capaz de esfuerzos físico, de trabajos duros, etc. Está diseñado más para aportar que para recibir, por lo que el hombre asume naturalmente el rol de proveedor y tiende a ser egocéntrico, ser reconocido.
El de la mujer, en cambio, es más débil o menos atlético, requiere de más protección. Está diseñado más para recibir, despertando la ternura protectora del varón, convocándolo al esfuerzo de la conquista por su virilidad a través de la virtud. Espera así ser correspondida.
La mujer, por ser de constitución física más débil, tiende por ello a juzgar las realidades sensibles más en relación con su cuerpo, y esola orienta a ocuparse de los débiles y desvalidos con incomparable delicadeza y afectividad.
La voz del hombre es grave, útil en el mando, liderazgo, situaciones de apremio. La voz de la mujer es dulce y cantarina propia para arrullar, consolar, incluso hacer dormir.
El hombre busca posición social. La mujer busca la estabilidad emocional para convertirse en amor refugio cuando la necesitan.
El hombre hace énfasis en la unión sexual. La mujer somatiza más sus sentimiento elevándolos con su ser personal para buscar la unión moral y psicológica.
A nivel de psicología el varón es más objetivo, más teórico, científico, constructor especializado, etc. La mujer es más práctica respecto de las personas, (solo hay que ver con cuanta facilidad hacen amistad entre ellas), suele decirse que la mujer es más intuitiva. Y el conocimiento intuitivo (personal) es superior al racional, pues sin discurrir puede llegar rápidamente al fondo de las cosas, su análisis es afectivo y concreto.
Suele la mujer concentrarse en los detalles prácticos en forma más meticulosa, terreno en el que el varón tiene dificultades, pero necesita a su vez de la aptitud del varón para enfrentarse a los asuntos teóricos, objetivos; verdades necesarias como las que se requieren para un posible proyecto de vida familiar, social, científico. Esto explica respecto del varón que le sea fácil atender a la mujer y difícil entenderla. La mujer en cambio por ser de ordinario más intuitiva puede atender mejor al varón tras intuirle y comprenderle.
El hombre suele olvidar cuidar su presencia. Lo propio de la mujer es la belleza, y la belleza es lo que atrae y reúne; y eso no solo en lo externo, sino, sobre todo interno. Cuando personaliza su belleza, esta es convocadora no provocadora. Su belleza personal aúna y ordena atractivamente a las personas hacia la propia perfección irrestricta de la intimidad.
Como las potencias espirituales humanas, inteligencia y voluntad, están más personalizadas en la mujer que en el varón, es por lo tanto más sensible, servicial, compasiva, generosa, constante, reunitiva, convocadora.
Por la maravilla de una feminidad profundamente personalizada, la mujer se humaniza tanto, que puede ser más madre que el esposo padre, y ello no solo en las que lo son; mas esposa que el esposo; mas hermana que el hermano; más novia que el novio; mejor psicóloga; pedagoga, enfermera, coordinadora de actividades y de grupos de personas, etc.
Todas las manifestaciones de femineidad son razones de bondad para el varón.