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En otras épocas hubo más de cien cenobios, de los cuales quedan activos veinte, regidos por una legislación propia y prohibidos para mujeres
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Una vieja leyenda sitúa a María, la madre de Jesucristo, y al discípulo Juan de viaje por las islas griegas hasta tener que recalar en un lugar debido a una fuerte tempestad. Aquel hermoso paraje era la península del Monte Athos y desde aquel momento ese sería el jardín de la madre de Dios, exclusivo para ella y del que quedarán siempre fuera las mujeres y todo animal hembra. A fecha de hoy sigue siendo así para acceder a los veinte monasterios donde viven los monjes cristianos, bajo la égida de la Comunidad Sagrada, gobierno compuesto por veinte monjes en representación de cada uno de los cenobios y bajo la guía espiritual del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.
Con acceso diario a 120 varones, de los cuales solo 10 pueden ser extranjeros, esta península de terreno montañoso está situada en Macedonia Central, al norte de Grecia. Bajo soberanía griega, es un territorio autónomo denominado Estado Monástico Autónomo de la Montaña Sagrada al que se le permite una legislación propia, ajena a las leyes griegas o de la Unión Europea.
Más de cien monasterios
La sacralidad del Monte Athos proviene ya de los griegos para quienes este enclave fue el primer hogar del dios Zeus, por eso le denominaban “Agion Oros” (Monte Santo). Los primeros eremitas cristianos llegaron a esta zona alrededor del siglo VII y los monasterios iniciales se construyeron en el siglo X, al hilo de la predicación del monje san Atanasio de Athos.
Dispuesto a llevar una vida ascética, llevaba únicamente consigo dos libros. Gracias a una importante donación y a la aprobación del emperador Basilio II para construir un templo en honor a la Madre de Dios tras la victoria de éste frente a los musulmanes, Atanasio levanta el primer monasterio, denominado Gran Laura (el nombre eslavo lavra significa “monasterio”) bajo la regla de San Basilio. A fecha de hoy, sigue siendo el mayor monasterio del Monte Athos y el primero en jerarquía. En él está enterrado también san Atanasio.
Un edicto imperial concedió derechos perpetuos a los monjes de Atanasio sobre el Monte Athos, lo que propicio que a lo largo de los siglos se construyeran nuevos monasterios (hasta más de cien), sketaes y ermitas bajo la protección del Imperio bizantino.
Profanaciones latinas
Durante la IV Cruzada (1202-1204), conocida como la mercantil o comercial, los reyes y el papado olvidaron la finalidad religiosa de la reconquista de los Santos Lugares para centrarse en aspectos crematísticos y en aprovechar la debilidad del Imperio bizantino para invadirlo y fundar el Imperio Latino de Constantinopla. En este contexto, un ejército de mercenarios catalono-aragoneses, conocidos como los almogávares, saquearon e incendiaron los monasterios del Monte Athos y asesinaron impíamente a centenares de monjes. Más tarde los invasores latinos fueron expulsados por la llegada al poder del emperador Miguel VIII, que revitalizó el Imperio bizantino.
Con la caída en 1453 de Constantinopla a manos de los otomanos concluía el imperio de Oriente. A las abadías del Monte Athos se les impuso el pago de impuestos muy elevados que, además de acosos continuos, produjo un descenso significativo de los monjes en los siglos siguientes, que solo volvieron a florecer en el siglo XIX con las donaciones y el poder de los países eslavos, principalmente de los zares rusos.
Regla del siglo X
En la actualidad son veinte los grandes monasterios activos en el Monte Athos, cada uno de ellos gobernado por un abad, los cuales se reúnen dos veces al año en la llamada Santa Asamblea. La vida de los monjes sigue regida por el “Tragos” del año 907, que divide su vida cotidiana en tres partes iguales dedicadas a rezar, trabajar y descansar, similar al modo católico.
La jornada monacal comienza a las cuatro de la madrugada para maitines. Tras otras actividades, tiene lugar la comida principal y después los cometidos personales de cada monje. Por la tarde nuevamente le dedican tiempo a la oración. Se cena muy temprano y se descansa hasta las once de la noche, momento de la meditación individual.
Diez monasterios
Gran Laura.- Como se dijo anteriormente fue fundado en el 963 por san Atanasio. Está situado en la zona sur-oriental de la península de Athos, rica en ruinas de época paleocristiana. En el complejo, viven actualmente 350 monjes, tiene 17 capillas interiores y 19 capillas en su periferia. De entre sus tesoros artísticos destacan el icono de Nuestra Señora de Koukouzelissa, dalmáticas donadas por patriarcas y emperadores y varias reliquias de gran importancia.
Decorado con frescos del siglo XVI, lo adornan relieves esculpidos en mármol. La biblioteca del monasterio tiene más de 2.000 manuscritos, 20.000 libros impresos y alrededor de unos 100 manuscritos en lenguas extranjeras.
Vatopediou.– Está situado en la parte nor-oriental de la península de Athos. Sus primeros monjes fueron serbios y sigue contando con benefactores de esa nacionalidad. Su excelente campanario se construyó a principios del siglo XV. La biblioteca contiene aproximadamente 2.000 manuscritos, más de 35.000 libros impresos y 25 pergaminos. Aparte de pinturas murales del siglo XIV, vestiduras litúrgicas y vasos sagrados, su tesoro más grande es la reliquia del cinturón que llevó la Virgen María, tejida por ella misma, según la tradición. En la actualidad, la comunidad monacal se compone de alrededor de 50 consagrados, muchos de los cuales son chipriotas.
Iviron.- Erigido a finales del siglo X por san Juan el Georgiano. Al igual que otros monasterios del Monte Athos, durante el siglo XIV sufrió graves daños a manos de los piratas, almogáraves y por partidarios de la unión de las Iglesias ortodoxa y católica. La biblioteca contiene una importante colección de incunables y 15 rollos dedicados a la liturgia. Entre sus piezas, destaca el icono de Nuestra Señora de Portaitissa, protector de la Montaña Sagrada (Monte Athos); El árbol de limón, una impresionante lámpara de siete brazos de plata; vestiduras episcopales, como la del Patriarca Dionisos IV o un libro de los evangelios regalo del zar Pedro el Grande y las reliquias de 150 santos.
Chelandariou.- Este monasterio, en el que viven 22 monjes en la actualidad, se funda en el siglo XII por dos príncipes serbios que luego serían santos de la Iglesia ortodoxa con los nombres de san Simeón y san Sabas. El katholikon está dedicado a la presentación en el Templo de la Santísima Virgen María y fue construida en el siglo XIV. Como el resto de cenobios, contiene miles de libros y códices de distintas épocas. Cuenta con una reliquia de san Simeón, eficaz para curar la esterilidad femenina. Destacan también, además de iconos de la Virgen, bordados y vestimentas litúrgicas, dos cruces hechas de la madera de la Vera Cruz, un díptico con 24 miniaturas y la caña que utilizó Cristo durante su Pasión.
Dionisio.- Colgado en un acantilado a 80 metros del mar, su construcción tuvo que hacer frente a muchas dificultades logísticas y económicas. Contiene las pinturas apocalípticas más antiguas del mundo ortodoxo. Entre sus reliquias, la más importante es la mano derecha de San Juan Bautista. Hay más de 15.000 libros, entre ellos incunables de un valor incalculable.
Koutloumousiou.- Este cenobio, que está situado en la capital Karyes, está dedicado a la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo. Durante la Guerra de independencia griega en el siglo XIX sufrió grandes desperfectos. El katholikon de Koutloumousiou es del siglo XVI y es un fiel ejemplo de la arquitectura tradicional del Monte Athos.
Pantokratoros.- Es el séptimo en la jerarquía de los monasterios del Monte Athos. Se encuentra en la costa Este. Construido a mediados del siglo XIV por dos oficiales bizantinos, Ioannis y Alexios, está dedicado a la Transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo. Es muy rico en pinturas murales del siglo XIV y posee más de 3.500 libros, además de manuscritos. Cuenta con un trozo de la Vera Cruz y numerosas reliquias.
Xiropotamou.- Es uno de más antiguos de cuantos hay en el Monte Athos. Entre los tesoros, se hayan la patena de San Pulqueria, reliquias de otros santos, ornamentos, vestiduras episcopales de valor incalculable, pero sin duda su mayor tesoro se compone de dos piezas de la Vera Cruz, las más grandes existentes en todo el mundo, que tienen un agujero hecho por uno de los clavos de la crucifixión.
Zografou.- Situado entre árboles en la parte sur-occidental de la península, lo fundaron tres monjes. Está dedicado a san Jorge, de quien se conserva un viejo icono el cual es uno de sus tesoros más preciados.
A finales del siglo XIII, 26 de sus monjes fueron martirizados por el emperador Miguel VIII. El motivo era la oposición de los monjes de Athos al Concilio de Lyon II, que el emperador apoyaba por motivos políticos. Hasta el siglo XIX, los monjes de origen griego y serbio convivieron con los de origen búlgaro, pero a partir de 1845 viven únicamente búlgaros. Al ser de esta nacionalidad, mantuvieron una postura antigriega a principios del siglo XX, pero continuaron fieles a la autoridad eclesiástica del lugar.
Dochiariou.- Es uno de los pocos cenobios del Monte Athos que no ha padecido ningún incendio a lo largo de su historia. Tiene unos bellos frescos murales realizados por artistas de la Escuela de Creta. La biblioteca contiene 545 manuscritos, 62 de los cuales son pergaminos, y más de 5.000 libros impresos.