Muchos de ellos, que se encuentran en el desierto cerca de El Cairo, refrendan la adhesión de los egipcios por Jesucristo
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Según la tradición, la Iglesia copta (que significa egipcia) tiene su origen en el siglo I con san Marcos, autor del segundo Evangelio, que llevó el mensaje de Cristo a Egipto cuando Nerón gobernaba Roma. Posteriormente, la Iglesia copta se separó en el año 451, junto a otras iglesias orientales, de la Iglesia católica en el Concilio de Calcedonia.
La Cueva del niño Jesús, situada en la zona antigua de El Cairo, es uno de los lugares principales del culto copto y donde, según la tradición, se dice que vivió la Sagrada Familia tras secundar el mandato de Dios y huir de Palestina por la persecución y matanza del rey Herodes de los niños inocentes.
La iglesia copta tiene su propio papa que vive en El Cairo y es el patriarca 117 desde la predicación de san Marcos. Celebran la Navidad el 7 de enero en lugar del 25 de diciembre, como en el rito católico.
Se estima que los coptos son cerca de 10 millones y la mayoría de ellos viven en Egipto, aunque hay comunidades en Europa, África, Australia y América. Con el aumento de la actividad de los fundamentalistas islámicos, han empeorado sus condiciones de vida en Egipto desde finales de los años setenta del siglo pasado.
La cruz se comenzó a utilizar en Alejandría
Fueron los cristianos coptos los primeros que empezaron a utilizar el símbolo de la cruz de Cristo en Alejandría, puesto que se conoce que no existía en las catacumbas ni en el lábaro de Constantino que llevaba un crismón (anagrama críptico de Jesucristo, representado por una X y una P sobrepuestas, dentro de una O).
Con la llegada del cristianismo a Egipto, que caló abundantemente entre las población, se extendió la vida monástica que se dirigió al desierto como atestiguan las distintas edificaciones religiosas o vestigios de otras que allí se conservan. Los monasterios son las construcciones más ambiciosas, pues su destino fue acoger a una congregación de monjes, cuentan con una o varias iglesias y en torno a ellas se desarrollan diferentes espacios destinados a la vida en comunidad.
© Ian McKellar
Fueron antiguos templos faraónicos abandonados, las que sirvieron para asentar las primeras iglesias tras las adaptaciones oportunas en fondo y forma. Se empezaron a decorar con simbología cristiana, pero se mantuvieron la estructura arquitectónica original, como ocurre en los casos de las iglesias de Medamud y Medinet Habu. En otras ocasiones el templo cristiano se construye dentro del recinto faraónico, reutilizando el material procedente del monumento anterior.
Iglesias y monasterios coptos
En Denberah, situada entre Luxor y Abydos y capital del Alto Egipto en época faraónica, se encuentra la basílica copta del slglo V. Es un edificio de tres naves y ábside. En Esneh, que tuvo su esplendor en época Ptolomaica adorando al dios Khnum, los coptos aprovecharon el edificio preexistente, como había ocurrido en otros emplazamientos.
En cuanto a los monasterios, destacar el Convento Blanco (Deir el Abiad), de mediados del siglo V, organizado en tres naves y ábside tripartito. Cerrado por un muro, su aspecto imponente que le da la piedra asemeja a un fortín inexpugnable. La utilización del adobe en la construcción de Deir el-Ahmar o Convento Rojo confiere a este lugar la tonalidad que anuncia su nombre. Está situado a pocos kilómetros del anterior y sigue la tipología de planta basilical. Ambos edificios incorporan elementos arquitectónicos procedentes de templos paganos de época romana, esto contribuye al aspecto un tanto ecléctico de estos conventos.
Situado en el Mar Rojo, el monasterio de Santa Catalina es el más conocido de la arquitectura copta. Construido a cerca de 1.600 metros de altitud, sigue siendo complicado su acceso por la dificultad que comporta el trayecto. Su origen se remonta al siglo IV, cuando algunos anacoretas se refugiaron en estas montañas del Sinaí de las persecuciones de las tribus nómadas. Más adelante, el emperador Justiniano amurallo el recinto para proteger a los monjes de los ataques de fuera. A juzgar por las importantes manifestaciones artísticas que cobija, este cenobio fue un importante centro religioso en el siglo VI.
Monasterio de Santa Catalina ©Argenberg
También se encuentra en el Mar Rojo, el monasterio de san Antonio y, como en otros templos edificados cerca de esta porción de agua, está rodeado de una muralla que protegía a sus antiguos moradores de las acometidas de los pueblos de la zona, beligerantes contra los monjes a pesar de que estos eran pacíficos. En el lugar, destacan los restos de pintura mural típica de la iconografía cristiana, de representaciones heroicas de santos y de los arcángeles Miguel y Gabriel, por los que sentían gran devoción los cristianos coptos.
Idéntica ubicación que los dos anteriores es la del monasterio de san Pablo, cuyos orígenes datan de de los siglos III y IV. Amigo y discípulo de san Antonio, Pablo, que no es el ex fariseo Apóstol de las gentes, vivió durante 80 años en una cueva dedicado a la oración y con una dieta compuesta de un trozo de pan, que todos los días le traía un cuervo en su pico, y agua de un manantial natural que brotaba en la gruta.
Tanto éste como el monasterio de san Antonio, su hospitalidad es tan concluyente que deja huella en los peregrinos.
Wadi Natrum, raíces cristianas en Egipto
A algo más de 100 kilómetros de El Cairo, se haya la cuna del cristianismo copto: un complejo de monasterios que llegó a alcanzar más de cincuenta y que actualmente sólo se alzan cuatro. Fueron surgiendo en el siglo IV pequeños centros espirituales que, posteriormente serian sustituidos por construcciones más sólidas que, como en los anteriores casos, intentaban disuadir los proyectos de conquista de beduinos y árabes.
Igual de compactos, se alzan las robustas fortalezas de los monasterios de san Bishoi y Suriani, cuya distancia no dista más de medio kilómetro entre uno y otro. En la capilla de san Bishoi, los peregrinos besaban y rezaban la tumba del santo, donde descansan sus restos incorruptos envueltos en un cilindro con una tela bordada con su cara y cuerpo.
© Diaa abdelmoneim
Deir Baramos es el que se encuentra más apartado del resto. Fue fundado por Maximus y Domitius, dos príncipes romanos convertidos al cristianismo tras encontrar a san Macario. Un estricto rigor de vida por parte de los monjes no facilita su accesibilidad a los viajeros en este lugar donde sobresalen las ornamentaciones dedicadas a la Virgen.
Como en Capadocia, los egipcios se vieron deslumbrados por la potencia y radicalidad del mensaje evangélico, muy superior a sus antiguas prácticas politeístas, y abrazaron el cristianismo más atrevido como fue el de la contemplación en la vida eremítica. Actualmente, tanto los monjes como los cristianos coptos son minoría en una zona abatida por el islamismo más radical, del que sufren sus consecuencias más límites. Con todo, su presencia sigue siendo una lámpara encendida para la conversión y la búsqueda de Dios.