Es bueno y normal querer tener hijos. Pero ¿a cualquier precio?
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Una de cada seis parejas sufren infertilidad. Mi marido y yo nacimos en familias grandes, con muchos hermanos, sobrinos y sobrinas. Jamás imaginamos que nos enfrentaríamos a la infertilidad. Más aún, durante nuestros tres años de noviazgo, discutimos cada posible problema que podríamos enfrentar: cómo lidiar con las finanzas conjuntas, cómo equilibrar familia y carrera, cómo manejar los conflictos de personalidad, cómo lavar los platos…
Pensamos en todo, menos en lo que acabó volviéndose el mayor desafío de nuestro matrimonio.
Y por eso, entendemos muy bien cuan devastador puede ser un diagnóstico inesperado de infertilidad.
Alice Domar, una investigadora médica de Harvard, revela: “La mayoría de las mujeres infértiles afirma que la infertilidad es la experiencia más desoladora de su vida. Las mujeres infértiles presentan niveles de ansiedad y de depresión equivalentes a los de mujeres con cáncer, sida o enfermedades cardíacas”.
Frente a este panorama, procedimientos como la fertilización in vitro (FIV) aparentemente ofrecen una esperanza real para quien desesperadamente quiere tener hijos. En este procedimiento, la mujer toma hormonas para estimular los ovarios para que produzcan muchos óvulos en un único ciclo. Los óvulos maduros son removidos a través de la aspiración transvaginal (procedimiento llevado a cabo con anestesia) o incluso mediante cirugía laparoscópica. Los espermatozoides son recogidos, generalmente, a través de la masturbación.
El médico, enseguida, sumerge cada óvulo en el semen, para intentar crear embriones. Cuando la fecundación ocurre, uno o más embriones son transferidos al útero de la mujer, con la esperanza de que al menos uno se implante con éxito.
A propósito, ¿qué es un “embrión”?
Un embrión es el nuevo ser que se forma a partir de la unión del espermatozoide y el óvulo. Es una persona humana completamente nueva, en una etapa muy inicial de desarrollo. En el ambiente y circunstancias adecuadas, el embrión continuará creciendo: de feto para recién nacido, bebé, niño, adolescente, hasta, si sobrevive al torbellino de la pubertad y de la enseñanza media, transformarse en adulto. Un embrión, grosso modo, es simplemente una persona muy, muy joven.
A la mayoría de las personas le resulta difícil creer que puedan haber implicaciones morales y éticas en un procedimiento médico realizado para atender el natural y buen deseo de tener un hijo. Yo tuve que explicar a innumerables amigos y familiares por qué optamos por no usar la FIV.
Comparto, de esta manera, diez cosas que aprendí sobre la FIV (fertilización in vitro) que pueden llevar a algunas parejas a repensar esta alternativa:
- La FIV sale de nuestra noción consolidada de la paternidad.
La manera tradicional de generar bebés comporta la unión física de un hombre y una mujer. La FIV, incluso en su versión más básica, involucra a otras personas en ese acto de creación: médicos y técnicos que recogen los óvulos y el esperma, los fertilizan en un laboratorio y los transfieren al cuerpo de la mujer. Y aún pueden entrar en escena otros agentes: la donante de óvulos, el “vientre de alquiler”, o el donante de esperma, los niños concebidos a partir del esperma congelado y almacenado de padres fallecidos, las tecnologías que comportan tres conjuntos de ADN que parecen venidas del Admirable Mundo Nuevo…
Tal vez nada de eso le incomode a usted, pero puede confundir y perturbar a los niños concebidos por FIV: la ciencia social sugiere que los niños concebidos a partir de la donación de óvulos o de semen reportan crisis de identidad y de origen, además de ser más propensas a la depresión y al abuso de sustancias tóxicas.
- La FIV es una forma de eugenesia.
Al hablar de “Admirable Mundo Nuevo”, la célebre obra de Aldous Husley, ya tenemos versiones de la “sala de fertilización” y de la “sala de embotellamiento”. ¿Será que la próxima es la “sala de predestinación social”? ¿Por qué indago eso? Porque, para aumentar las opciones de éxito, la FIV adopta procedimientos de diagnóstico y selección dirigidos a generar el “mejor” bebé.
En el semen recolectado, por ejemplo, son aislados los espermatozoides más saludables y rápidos o seleccionados los que permiten escoger el sexo del bebé. Los óvulos pueden ser rastreados para evitar anomalías cromosómicas. Y las clínicas de FIV pueden usar el diagnóstico genético previo a su implantación (DGPI) para detectar condiciones genéticas y mutaciones cromosómicas (o incluso “rasgos indeseables”, como el simple hecho de que el embrión sea una niña).
En la DGPI, una o más células son removidas del embrión en desarrollo y evaluadas con el fin de descubrir alguna característica “indeseable”. Sólo los embriones “saludables” serán usados. Eso puede ser tentador si usted está intentando quedarse embarazada desesperadamente y quiere optimizar las posibilidades de tener un bebé saludable. Pero, al hacer eso, usted estará eliminando bebés “indeseables” en busca de un hijo “perfecto”. Sucede que, cuando clasificamos a seres humanos adultos, sea con base en la deficiencia física, el sexo o la raza, lo llamamos eugenesia.
- No conocemos los efectos de la FIV en la salud de los niños a largo plazo.
La FIV ha sido usada desde 1978. Más de 5 millones de niños nacieron con este método. Pero no conocemos plenamente los efectos de la FIV a largo plazo, ni los efectos de sus procedimientos de clasificación en la salud de los niños. Un estudio presentado a la Academia Americana de Pediatría sugiere que hay un aumento en el riesgo de defectos congénitos en los niños nacidos por la FIV. Otros riesgos asociados con la FIV incluyen mayores tasas de prematuridad y bajo peso al nacer.
- A pesar de las promesas, la FIV no es tan exitosa.
En 2012, según la Sociedad de Reproducción Asistida (de Estados Unidos), sólo el 35,9% de los ciclos de la FIV resultaron en embarazo y apenas el 29,4% de los ciclos resultaron en nacimiento. Las tasas de éxito varían de acuerdo a la edad de la mujer y si los embriones utilizados son descongelados o frescos.
- Hay un excedente de medio millón de embriones congelados sólo en Estados Unidos.
Para aumentar las posibilidades de éxito, varios embriones (una docena por ejemplo) son creados en cada ciclo de FIV, pero no es seguro ni eficaz transferirlos de una sola vez a la mujer.
El resultado es que cientos de miles de embriones “no usados” acaban “sobrando”. Las parejas se preguntan qué hacer con sus embriones “extras”. Sólo en Estados Unidos, se estima que 500 mil embriones están en criopreservación, esperando una decisión final: esta decisión puede ser el uso para la implantación (sea en la madre, o en otra mujer que desea embarazarse mediante la “adopción de embriones”), pero también puede ser el uso en investigaciones científicas o la destrucción.
- La FIV implica un notable descuido de la vida humana.
El número de embriones que no sobreviven a los procesos de selección o de implantación y el dilema de los embriones congelados excedentes indican claramente que la FIV involucra mucho “desperdicio embrionario”. Dado el índice de pérdida de vidas inherente a la FIV (llámelas “embrionarias” o como prefiera), deberíamos reflexionar mejor si debemos destruir intencionalmente tantas vidas con el fin de crear una vida a nuestro gusto.
- La FIV, a veces, entraña el aborto y la destrucción intencional de la vida humana.
Cuando varios embriones son creados y transferidos a la mujer, sucede algunas veces que se implantan con éxito más embriones de la cantidad segura y deseada. “La reducción selectiva” es la técnica usada para disminuir los problemas asociados con embriones múltiples. En otras palabras: este eufemismo significa que el médico selecciona uno o más fetos, saludables, ya en desarrollo, para que sean destruidos.
- La FIV es arriesgada para la madre.
El procedimiento obliga a la madre (o a la donante de óvulos) a someterse a un proceso de estimulación hormonal para producir múltiples óvulos para la fertilización. Hay riesgos como el síndrome de la hiperestimulación ovárica y complicaciones en el procedimiento de retiro del óvulo. Además de eso, debido a una mayor probabilidad de nacimientos múltiples, la FIV implica tasas más altas de complicaciones en el embarazo.
- La FIV no es un tratamiento para la infertilidad.
Una mujer saludable es normalmente capaz de concebir y tener un hijo. Si ella no puede, es probable que haya algo incorrecto en ella, médica o físicamente. Se pueden diagnosticar y tratar una serie de condiciones específicas de la mujer. La FIV no va a ayudar a resolver la infertilidad, porque su objetivo exclusivo es generar bebés, y no restaurar la fertilidad, ni permitir futuras gestaciones saludables, ni prevenir abortos espontáneos, ni ayudar a la mujer a garantizar beneficios para su salud a largo plazo (sea quedarse embarazada o no).
- La FIV reduce a la mujeres y a los niños a objetos.
Las mujeres son tratadas como medios para “obtener” un niño, y no como personas integrales. Y el niño es tratado como “un producto” a conseguir. La industria multimillonaria de la FIV combina los peores aspectos de la tecnología y la mentalidad consumista y tiene preso el deseo tan natural ( y bueno) de tener hijos. También cosifica a las mujeres que son explotadas para donar sus óvulos “saludables” o atraídas para ser “vientres de alquiler”. Y el niño “producido” por la FIV es cosificado desde la concepción como una mercancía intercambiable y hasta descartable, en vez de ser visto y amado como una persona humana única.
Si la fertilización in vitro le preocupa, como nos preocupa a nosotros, ¿cuáles son sus opciones?
Las parejas que enfrentan la infertilidad tienen alternativas mejores que la FIV. La NaPro Technology, por ejemplo, considera la infertilidad a partir de una perspectiva holística y se concentra en diagnosticar y tratar los problemas subyacentes de salud de la mujer (y del hombre) que pueden estar causando la infertilidad. Bônus: ese abordaje tiene una tasa de mayor éxito que la fertilización in vitro.
Y hay, claramente, otras maneras de construir una familia, como la adopción, que no envuelve el irrespeto imprudente o intencional de la vida humana.
Pero, si usted ya agotó los tratamientos médicos y piensa que la adopción no es para usted. Y si la fertilización in vitro es su última esperanza de concebir y tener un hijo.
Puede ser difícil de aceptar que eso no va a suceder… Pero, si usted escoge aún así intentar tener un hijo a través de la fertilización in vitro, es necesario preguntarse a qué precio.