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Lampedusa, Melilla y Arizona: las periferias de la inmigración

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Alvaro Real - publicado el 05/06/14
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La labor de la Iglesia ante la multiculturalidad y los flujos migratorios

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Responsables de migraciones de Lampedusa (Italia), Arizona (EEUU) y el estrecho de Gibraltar (Cádiz) comparten sus experiencias en la atención, acogida y regularización de los inmigrantes durante las Jornadas de Delegados y Agentes de Pastoral de Migraciones que se están celebrando en El Escorial.

Durante estos días también se abordarán los 100 años de la emigración española en París, el Proyecto del grupo intereclesial sobre la Trata de personas y la Guía didáctica de sensibilización así como el Proyecto “Laetare” desarrollado en la Diócesis de Huelva, en España.

La intención es poder conocer las experiencias diversas en diferentes países, y poner en común reflexiones y vías de actuación. Tres focos son los que actualmente destacan en la problemática de la inmigración y son referentes de cómo la globalización está afectando a las corrientes migratorias:

Lampedusa y la vergüenza

"Sólo me viene la palabra vergüenza, es una vergüenza", así calificaba el Papa Francisco el hecho de las innumerables víctimas de los naufragios en Lampedusa (Italia): "Hablando de crisis, hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grande de la falta de respeto por el hombre, no puedo dejar de recordar con gran dolor las numerosas víctimas del enésimo trágico naufragio ocurrido hoy cerca de Lampedusa”.

Lampedusa se ha convertido en el icono de la frontera martítima de la inmigración. Hasta allí quiso acercarse el Papa Francisco para rezar por las víctimas de los naufragios y mostrar la cercanía y la compañía de la Iglesia ante este drama.

La isla italiana de Lampedusa se encuentra a 205 kilómetros de Sicilia y a 113 de las costas de África y es uno de los lugares clave de las migraciones desde el continente africano al europeo y el paradigma de cómo las mafias trafican con el sufrimiento humano.

Una y otra vez se suceden los desembarcos de inmigrantes en barcos “basura” y pequeñas embarcaciones. Personas que huyen del dolor y de la guerra, del drama de Libia, del horror de la situación del cuerno de África y de las masacres y el terros del fundamentalismo islámico que reina en Nigeria.

Melilla, la valla y las concertinas

En los últimos meses ha aumentado de manear considerable el número de personas que intentar saltar la vallas de  Ceuta y Melilla y conseguir entrar así en territorio español.

"Ven la Unión Europea como un paraíso que da esperanza y salida a esa situación dramática y trágica que arranca en sus países de origen en los que los derechos humanos son pisoteados o que viven en medio de conflictos, de guerras, o en la miseria más absoluta", afirmaba el secretario general de los obispos españoles, José María Gil Tamayo.

"El drama, la tragedia de Ceuta nos está evocando y espoleando a la conciencia europea y especialmente a la comunidad cristiana, que en esto ha de manifestar una sensibilidad especial”, recordaba ante la muerte de inmigrantes en las aguas de Ceuta, tras un intento fallido de salto de la valla.

Ceuta y Melilla son dos enclaves de territorio español en el continente africano y dos puertas de entrada de la inmigración del Magreb y de la zona subsahariana hacia Europa. Desde allí centenares de miles de personas esperan su momento para entrar en territorio español, para buscar mejores condiciones de vida y huir del drama de la miseria subsahariana y de las guerras y conflictos en Mali y el Chad.

Allí realizan una gran labor las Cáritas parroquiales, así como el obispo emérito de Málaga, monseñor Ramón Buxarrais o diversas congregaciones religiosas como las Hermanas de María Inmaculada, más conocidas en Melilla como “las monjas del barrio musulmán”, por su labor en el Monte de María Cristina, uno de los barrios más pobres de la ciudad, con un 80% de población musulmana.

Arizona, deportaciones y detenciones

Los obispos de Estados Unidos viajaban en el mes de abril hasta Nogales (Arizona) para celebrar una misa en memoria de los 6.000 inmigrantes que han muerto en el desierto desde 1998. Una Eucaristía que sirvió para sacar a la luz el drama que se vive en la frontera que divide Arizona y México, "subrayar el sufrimiento humano causado por un sistema migratorio disfuncional" y hacer "un llamamiento al Congreso de EEUU para que corrija el sistema".

La frontera de Estados Unidos-México en Arizona es el lugar escogido por miles de inmigrantes para intentar huir de la miseria de sus países de origen; un lugar donde muchos inmigrantes mueren en el intento y donde otros se enfrentan a un durísimo sistema de deportación y de detención.

En los últimos cinco años, cerca de dos millones de personas han sido deportadas, una media de 400.000 al año. Según explica la Agencia de Inmigración y Aduanas, el Centro de Política de Inmigración y el Consejo de Inmigración Americano 100.000 forman parte de familias con al menos un ciudadano estadounidense, muy probablemente, un niño y 5.000 niños son dados en acogida temporal como consecuencia de la deportación de los padres.

 "La reforma migratoria es sobre seres humanos, nuestros hermanos y hermanas. Como cuestión moral que es, no podemos esperar más", insisten una y otra vez los obispos de Estados Unidos, pidiendo “que se permita a los inmigrantes en situación irregular obtener su ciudadanía con el tiempo pagando una multa, aprendiendo inglés, trabajando o volviendo al final de la cola para obtener la ‘green card’”.

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