separateurCreated with Sketch.

Como María, guardar en el corazón

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Carlos Padilla Esteban - publicado el 27/05/14
whatsappfacebooktwitter-xemailnative

Ella guardó cada paso de su Hijo, cada palabra, cada milagro, cada gesto, cada silencio… Lo guardó todo para poder entregárnoslo. para sostener a los apóstoles cuando tuvieran miedo tras la muerte de Jesús
María aprendió a amar y a guardar todo lo vivido durante toda su vida. Miraba, escuchaba, guardaba, lo meditada todo en diálogo con Dios en su corazón. Lo que no entendía, lo que le sorprendía, lo difícil, lo bonito, todo lo que vivió desde su sí primero en Nazaret lo guardó hondo, lo rezó.
 
Quizás no todo lo comprendió en su momento. Habría cosas guardadas que entendería más tarde, al pie de la cruz, o en la resurrección, o tras la Ascensión. Pero siempre fue la hija de Dios, la niña confiada en sus manos de Padre, la Madre que amaba como su Hijo, sin medida, de forma personal, desde las entrañas.
 
¡Cuántas horas de intimidad con Dios! ¡Cuántas horas para hablar, para escuchar, para agradecer, para entregar, para acompañar a Jesús! ¡Cuántos momentos para abrazar y querer a los discípulos, a todos los que Jesús amaba!
 
Varias veces nos dice el evangelio que María guardaba todas las cosas meditándolas en su corazón. Con asombro lo guardaba todo. Ella guardó en el cáliz de su corazón la sangre de Jesús al pie de la cruz.
 
Ella guardó cada paso de su Hijo. Guardó cada palabra, cada milagro, cada gesto, cada silencio. Cada caída bajo la cruz, cada desprecio de los hombres. Guardó sus palabras íntimas. Guardó sus silencios profundos. Sus abrazos, sus besos.
 
Lo guardó todo para poder entregárnoslo. Para sostener a los apóstoles cuando tuvieran miedo tras la muerte de Jesús. Ella seguramente les recordaría a cada uno las palabras que Jesús les había dicho personalmente. Les traería a la memoria esas palabras de cariño, de esperanza, de predilección.
 
No les recordaría, como nosotros a veces hacemos con nuestra buena memoria, lo mal que lo hicieron, su infidelidad, sus miedos, su huida, sus torpezas, su dificultad para entender.
 
A cada uno le hablaría del amor personal que Jesús le tenía. De ese amor fiel y fuerte. ¡Cuánto les consolaría y sostendría la presencia de María! Sus palabras les harían tanto bien, serían un bálsamo en sus heridas, un remedio para sus miedos.
 
Ella es la que guarda a Cristo, fue la primera custodia viva, es la que guarda nuestra historia de amor con Él, la que nos habla de Él cuando no lo vemos, cuando lo hemos perdido, cuando nos sentimos solos y pensamos que se ha olvidado, porque no nos salen las cosas o no sabemos qué hacer ni dónde está.
 
María sostuvo a cada uno con inmenso amor desde la muerte a la resurrección, desde la Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo. María nos sostiene a nosotros de la misma manera. Nos abraza por la espalda. Nos anima, nos enaltece, nos respeta y cuida.
 
Jesús les dice a los apóstoles que imiten a María. Que guarden esa noche, que guarden sus palabras para que se hagan vida, para que puedan recordarlas y regalárselas a otros cuando Él no esté, para que los sostengan cuando ya no pueda repetírselas con su voz humana.

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Tags:
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.