Cada niño con Síndrome de Down es un ángel del cielo que vive un tiempo entre los hombres para llenarnos de amor y paz“Señor, hoy he nacido. He partido de tu vida
para vivir con los míos hasta el día que Tú decidas.
Señor, hoy he nacido, y en los brazos de mi madre
se confunden las angustias con dos llantos semejantes.
Señor, porque Tú lo sabes, ¿por qué he nacido distinto?:
distintos son mis ojitos, mis manitas más gordas
y mis labios y mi cara son diferentes…
¿Por eso llora mi madre? ¿Por ello me miran todos, como queriendo decir:
“qué pena que has nacido”?
Señor, Tú que lo sabes, Tú que guías a la mente, diles con tu voz divina que yo también vivo y siento.
Que soy como aquellos arboles más débiles y pequeñitos, que soy entre las montañas solamente aquel cerrito.
Diles que juego y que bailo, diles que lloro y que río, diles que aprendo también y que correré con ellos.
Diles, Señor de los cielos, que yo también soy el hijo, que adoro a mis hermanitos cuando se ríen conmigo.
Y al hombre que desde lejos mira mi andar tropecino, dile también que me quiera porque yo también soy hijo.
Señor, Tú que comprendes cuánta alegría yo siento cuando feliz en mi casa con mis queridos juego,
Tú que conoces por dentro cuánto sueño, cuánto pienso,
Tú que has dado tu vida con idénticos desvelos con que han llegado otros niños, diles a todos mis anhelos.
Diles que canto y que quiero, diles que juego y que río, y diles siempre, Dios mío, que como ellos yo siento”.
Cada niño Con Síndrome de Down es un ángel del cielo que vive un tiempo entre los hombres para llenarnos de amor y paz.
Artículo publicado originalmente en el blog Tu… Mi principio y mi fin