Era forastero y me acogisteis: La Iglesia recuerda que el extranjero tiene forma de migrante
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Quienes invocan una reforma migratoria urgente en Estados Unidos, comenzaron este año 2014 con la misma cantinela del 2013: “Este será el año de la reforma”.
Así comienza una nota publicada el 2 de enero el San Antonio Express News, uno de los periódicos más influyentes del sur de Texas, el Estado que, junto con California, representa el mayor porcentaje de inmigrantes de origen latino.
Promesas y votos
Tras la efervescencia de la reelección de Barak Obama en 2012, en buena parte motivada por el voto latino, en 2013 las comunidades hispanas de Estados Unidos se han quedado con un palmo de narices en su intento por contar con un mejor estatus migratorio para las familias y los trabajadores sin documentos que llevan el peso de buena parte de la economía del país.
En opinión de un líder hispano, Eliseo Medina, el Congreso de los Estados Unidos “necesita y debe ser capaz de apoyar a once millones de personas (que permanecen en el país como “ilegales”) para que tengan la oportunidad de conseguir su ciudadanía. El Congreso necesita hacer eso. Si ellos (los congresistas) tratan de hacer algo diferentes, la lucha continuará”.
Una lucha que ha dejado a muchos fuera de combate. La administración Obama ya ha deportado a dos millones de personas a sus países de origen. Y muchos niños han quedado en la Unión Americana desamparados, sin padres y sin familia.
Por ello, otro representante de los trabajadores hispanos, Arturo Rodríguez, ha dicho: “Si no vemos acción ni responsabilidad de los políticos, entonces, no tendremos otra alternativa que salir y expresar nuestra voz en las urnas”.
Quien ha sido siempre una aliada irrestricta de la reforma y de los derechos de los migrantes, la Iglesia católica estadounidense, prepara su Semana Nacional de Migración, a celebrarse del 5 al 11 de este mes de enero.
Como se explicaba en Aleteia en su momento, esta semana tiene como lema “Salir de la oscuridad” y tiene el objetivo específico de generar mayor conciencia sobre la difícil situación que enfrentan los inmigrantes, especialmente los niños, los indocumentados, los refugiados y las víctimas del tráfico humano.
"Es nuestro llamado como Iglesia traer la luz de Cristo a estas personas, alejar la oscuridad, y ayudar para llevarlos, desde el margen de la sociedad, a su centro. Realizando esto se les brindará a los migrantes vulnerables espacios protegidos donde pueden renacer como seres humanos", escribieron los obispos estadounidenses en un comunicado.
"Dios es luz y nosotros, los cristianos, estamos llamados a reflejar esa luz en el mundo. Esto implica la invitación a otros a la comunión con la Iglesia, hablar contra la injusticia, y tratar de dar ejemplo con nuestra vida en Cristo", señalaron los prelados estadounidenses.
Señales, pocas mas esperanzadoras
Más adelante, los obispos de la Conferencia Episcopal de la Unión Americana expusieron que "en cuanto al mensaje del Evangelio, estamos advertidos contra el acaparamiento de los bienes de la tierra para nuestro propio placer, y se nos llamó a vender todo lo que tenemos y dar limosna, alimentar al pobre, visitar a los presos, dar de beber al sediento y recibir al extranjero. El extranjero puede venir en diversas formas, y en nuestro medio viene en forma de migrante".
En repetidas ocasiones los obispos estadounidenses han exigido una reforma migratoria integral a la Casa Blanca. Liderados por el arzobispo de Los Ángeles, José Horacio Gómez, han recordado una y otra vez que Estados Unidos es una nación hecha de migrantes y que los migrantes no por el hecho de serlo, pasan a la categoría de ilegales.
Quizá motivados por la fuerte voz de la Iglesia católica y por la proximidad de la Semana de Migración, los corrillos políticos se están moviendo. Por una parte, John Boehner, portavoz de la Casa de los Representantes, fue contratado como especialista en política migratoria y, por el otro, el líder de la mayoría en el Congreso, Eric Cantor, dijo que se está trabajando ya en un Acta para los niños que proveerá de servicios a los menores inmigrantes, traídos a Estados Unidos de forma ilegal.
Son apenas señales: pero que hacen florecer esperanzas de que este año será el año de la reforma. Al menos es lo que dicen los políticos.