La serie de TV “Los tres Caínes” tergiversa la historia, denuncia la diócesis de Quibdó
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La serie “Los tres Caínes” que en el pasado mes de junio fue vista por miles de colombianos en el Canal RCN, contiene muchas tergiversaciones y errores históricos inaceptables, denunció la Diócesis de Quibdó con la intención de beneficiar a la comunidad chocoana y a Colombia en general, para evitar que después de once años se olvide la verdadera historia.
“Esta serie comercial se basa en los testimonios malintencionados de los responsables de los trágicos hechos que enlutaron al Chocó”, señala un comunicado de la diócesis publicado el 29 de junio, en referencia a los capítulos sobre la masacre de Bojayá que costó la vida a 79 personas, incluidos 44 menores de edad, el 2 de mayo de 2002.
Al realizar la serie, faltó una investigación más profunda, así como el punto de vista y el relato de las víctimas: “No se recogieron testimonios de sobrevivientes, se distorsionó el papel profético de la Iglesia y el valor de la comunidad civil en medio de la guerra”, destaca el comunicado.
“Los tres Caínes” muestra a guerrilleros y paramilitares aguerridos, una Iglesia cobarde, una comunidad débil y unos hechos erróneos.
Pero “la verdad es que la Iglesia chocoana fortaleció su trabajo apostólico desde los años 80 impulsando las organizaciones campesinas y la promoción de los Derechos Humanos ante el conflicto armado creciente en la región”.
Para la diócesis, “estas organizaciones y el valor civil de los campesinos fueron claves para mitigar el impacto de la guerra” y “la Iglesia fiel a su compromiso evangelizador –a pesar de las críticas- acompañó siempre a las comunidades, animó a sus líderes, acompañó a los resistentes, acogió a sus desplazados, interpeló a las instituciones, apoyó los retornos, denunció los abusos de todos los grupos armados, legales e ilegales, y selló su compromiso con la sangre de varios religiosos martirizados por los paramilitares en el Atrato”.
De hecho, este compromiso valiente con los humildes del Chocó le valió el reconocimiento de la sociedad colombiana, que le otorgó el Premio Nacional de Paz en el año 2005.
La Iglesia y las organizaciones comunitarias manifestaron en reiteradas ocasiones su rechazo a la presencia de las guerrillas de las FARC y los paramilitares en la región, denunciando sus abusos y advirtiendo sobre los riesgos de la confrontación armada en medio de la población civil.
Unos y otros hicieron caso omiso. Por otro lado, también se hicieron repetidos llamados a las instituciones del Estado para que hicieran presencia efectiva en el lugar. Se denunció la connivencia de la Fuerza Pública con los paramilitares y a finales de abril se dio la alerta temprana sobre el enfrentamiento inminente.
Incluso muchos habitantes de Bellavista decidieron libremente refugiarse en el templo parroquial y en la casa de las misioneras Agustinas buscando protección.
Los habitantes rechazaron los intentos de los paramilitares de refugiarse también allí y de usarlos como “escudos humanos”. Los misioneros de Bellavista enfrentaron con valor profético –unidos a los líderes del pueblo- los abusos de los actores armados. Ellos llamaron en vano la atención a las FARC sobre el riesgo de usar armas no convencionales apuntando en dirección a los lugares en donde se refugiaba la población indefensa.
Los representantes católicos muestran su deseo de que “nuevas producciones más comprometidas con la verdad puedan registrar la memoria de las víctimas y hacer claridad para que un capítulo tan doloroso como este no se repita en nuestra historia”.