A veces no resulta nada fácil identificar a las víctimas ni ver las redes organizadas que comercian con seres humanos
Actualmente no resulta fácil identificar a las víctimas de la explotación –ya sea sexual, a través de trabajos forzados, la esclavitud, la venta de niños, la extracción de órganos o el reclutamiento forzoso- por parte de redes organizadas que comercian con seres humanos.
Y ello porque se trata de un delito invisibilizado sobre el que existe poca información. Por ello, la Conferencia Episcopal Peruana empezó esta semana la campaña Compartir 2013 dedicada a la trata de personas.
Entre los materiales de esta campaña, destaca un completísimo libro, que entre muchas otras informaciones, enumera los indicios para identificar casos de trata:
Signos de que la persona no puede mudarse a otro lugar o dejar el trabajo
Moretones u otros signos de golpes
Miedo o depresión
Incapacidad de hablar el idioma del Estado
Llegada reciente al Estado desde otra parte del mundo o del país
Carencia de pasaporte, de documento de inmigración o identificación.
Técnicas para silenciar
Según el documento, “los tratantes de personas utilizan diversas técnicas para mantener esclavizadas a sus víctimas: algunos las mantienen encerradas bajo llave”. Sin embargo, emplean más frecuentemente técnicas menos ostensibles, entre ellas:
La servidumbre por deuda (obligaciones financieras, compromiso de honor de satisfacer la deuda)
El aislamiento del público (limitación del contacto con personas ajenas y medidas para vigilar todo contacto o para que éste sólo sea superficial), o con respecto a los familiares y miembros de su etnia y comunidad religiosa
La confiscación de pasaportes, visados o documentos de identidad
El ejercicio de la violencia contra las víctimas o su familia o amenaza de aplicarla
La amenaza de deshonrar a las víctimas revelando las circunstancias a la familia
Decir a las víctimas que si toman contacto con las autoridades serán encarceladas o deportadas por violar las disposiciones de inmigración
Controlar el dinero de las víctimas (por ejemplo, guardándolo para que “esté bien seguro”).
Aclarando términos
Los obispos peruanos destacan que si se identifica a alguna persona que pueda estar sufriendo este delito, “es importante hablar a la posible víctima en un ambiente seguro y confidencial”.
Y “si va acompañada por otra persona que parezca dominarla, se debe procurar separarla de dicha persona”, ya que puede ser un traficante o alguien que trabaje para este.
El tráfico de migrantes y la trata de personas tienen en común la operación comercial con seres humanos por parte de redes organizadas que abusan de los derechos humanos.
En el primer caso hay cruce irregular de fronteras, es voluntario, el pago es por adelantado y el reclutamiento no es premeditado.
En el segundo, la trata de personas, no necesariamente hay cruce de fronteras, la víctima no da su consentimiento sino que es engañada y encerrada, y el pago empieza cuando la persona es explotada.
La trata incluye la captación, el traslado y la acogida o recepción de las víctimas, a través de amenaza, fuerza, fraude, coacción, engaño y abuso, y su finalidad es la explotación.
Entre las formas más comunes de captación para la trata, destacan las falsas ofertas de trabajo, el padrinazgo (el niño o la niña es entregado a algún conocido o pariente para que reciba una educación y mejor calidad de vida, lo cual nunca se da), la seducción (personas dedicadas a enamorar a las víctimas y proponerles una mejor vida para trasladarlas y explotarlas).
Los responsables de esta actividad delictiva también usan internet: chats, blogs, redes sociales,…
Más información:
Manual para la lucha contra la trata de personas. Cap. 6: Identificación de las víctimas. Disponible en: http://www.unodc.org/pdf/Trafficking_toolkit_Spanish.pdf