Las más de las veces son un fraude y un engaño por parte de los nigromantes o mediums, pudiendo en ocasiones excepcionales y muy raras suponer incluso el contactar con demonios. Sólo Dios es el Señor de los vivos y de los muertos y en Él hemos de poner nuestra confianza, ruegos, deseos, necesidades, y esperar junto a Él el reencuentro con nuestros seres queridos ya fallecidos.
1¿Qué es el espiritismo, o más en general, la comunicación con los muertos?
La posibilidad de hablar con los muertos, hoy en día se conoce comúnmente dentro de occidente, como espiritismo, o hacer espiritismo, es decir, hablar con los espíritus, con los espíritus de los muertos.
La nigromancia o necromancia es una práctica adivinatoria consistente originalmente en intentar conocer el futuro por medio de la consulta de las vísceras de los muertos. Este sentido, si bien no se ha perdido, se fue ampliando pudiendo también significar el invocar al espíritu del propio fallecido para conocer lo que haya de acontecer, el futuro.
Sin entrar en mayores detalles etimológicos y semánticos en las distintas religiones y ámbitos mágicos y mánticos a lo largo de la historia, estos aspectos nos serán suficientes para circunscribir nuestro tema.
En definitiva, se cree, como algunos piensan, que es posible hablar con los muertos, pues si bien su cuerpo físico es descompuesto biológica y químicamente, su espíritu o su alma inmortal, permanece con algún tipo de contacto o posibilidad de comunicación con los vivos.
Esto se puede lograr de diferentes formas: usando la tabla “oui-ja”, o usando algunos objetos mágicos, o por medio de invocaciones y fórmulas mágicas; o bien, por medio de un canal o un médium, -y así se habla de canalización, o de mediumnidad-; se puede también hacer a través de un brujo o nigromante, que ejecuta los actos mágicos e incluso puede ser poseído por el espíritu del muerto y dominar su aparato fonador, con su boca y sus cuerdas vocales, hablando de esta forma a través de él; o bien, puede ocurrir que el espíritu del muerto domine la mano del brujo o del médium nigromante, y así le hace escribir mensajes -la llamada escritura automática-; o por otras formas cualesquiera.
Incluso la comunicación de los espíritus se supone que puede ser directa, en el sentido de que la iniciativa parte de ellos sin concurso activo de los vivos, como hemos referido en los ejemplos anteriores.
Y así se dice que los espíritus se manifiestan, apareciendo sus rostros o figuras en impresiones fotográficas; o en diversos objetos y superficies; incluso emiten voces y sonidos que pueden ser recogidos en artefactos electrónicos como grabadores -las llamadas psicofonías-; o bien, pueden emitir en una banda de frecuencia de radio pudiéndose sintonizar sus emisiones; o bien, podrían llamar por teléfono a un vivo, etc.
2¿Por qué se desea hablar con los muertos?
Desde la antigüedad, el hecho de hablar con los muertos, de cualquier forma y manera mágica posible, habiendo múltiples razones para hacerlo, se puede en general encuadrar en alguno de estos grupos, con las adecuadas variaciones y matices:
Puede ser un juego de adolescentes, sobre todo chicos varones, que hacen este tipo de prácticas, sobre todo de “ouija” o similares, como forma de afianzarse en el grupo, como prueba de valentía, por curiosidad y deseos de adentrase en ámbitos desconocidos y que pueden suponerles un reto para fortalecer su posición dentro del grupo de amigos y pares. O bien, un divertimento, un matar el rato, o por curiosidad ante el mundo de la muerte y lo que ven en las películas o leen en ciertos libros y comics.
El segundo grupo es el más habitual de todos, pues es la necesidad de hablar con el muerto, que suele ser una persona cercana afectivamente, una persona querida, casi siempre un familiar. Las razones pueden ser variadas: como saber si está bien allá donde ha ido; o bien, por necesidad de la persona que ha quedado viva de volverle a sentir cerca; o incluso a veces por remordimientos, para pedirle perdón ante sucesos no perdonados durante la vida.
El tercer caso es distinto a los dos anteriores. En este grupo están aquellos que practican este tipo de contactos con los muertos porque desean acceder a conocimiento, conocimiento de sucesos desconocidos, sobre el futuro, o de lo que hay más allá de esta vida. Se trataría de adelantarse a los acontecimientos, saltándose de manera legítima “los tiempos”, querer saber qué hay más allá, o bien, usar de los muertos y su poder para conocer cosas ocultas, o quizás utilizar a los propios muertos para fines, ya de protección, o casi siempre, para fines maléficos, como causar daño a otras personas, quizás para vengarse de alguien.
3¿Qué dice la Iglesia sobre la comunicación con los muertos?
Para conocer cuál es la enseñanza de la Iglesia, nos vamos al Catecismo de la Iglesia Católica en sus números 2115, 2116 y 2117. El espiritismo atenta contra el primer mandamiento de la Ley de Dios: El Señor es el único Dios, y a nadie más darás culto, sólo a él adorarás, a él sólo servirás, no tendrás otros dioses más que a Él.
Entre otras cosas se nos dice que:
“Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto”.
“Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone “desvelan” el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a médiums encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios”.
“Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud -, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aun cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él”.
Podemos completar lo que dice el Catecismo acudiendo a Santo Tomás de Aquino, O.P. en su “Summa Teologicae”, por ser el autor más equilibrado y centrado si hablamos de temas teológicos y si hablamos además de magia o satanismo.
Allí se nos dice que por medio de la virtud de la religión la criatura conoce su relación y lugar frente a su Creador y así lo honra y reverencia (S. Th., II-II, q. 81). Así, dentro de los vicios contra esta virtud, dentro de la superstición, y en concreto, dentro del culto a las criaturas –a las cuales no se ha de honrar de este modo-, sitúa la adivinación por medio de los espíritus de los muertos (S. Th., II-II, q. 95).
Si el hombre precisara conocer el futuro, Dios usaría de su señorío y se lo comunicaría, por revelación directa, o por la Virgen María, o por los demás santos, o por los modos que Él desee, que Dios desee. Usurpar, o mejor dicho, pretender usurpar este derecho, es imposible para cualquiera que no sea Dios. Y el intento es ya un pecado.
Es verdad que el hombre puede usar sus medios y capacidades naturales para, estudiando las causas naturales, conocer lo que pueda ocurrir, los efectos, dentro del orden de la naturaleza y de su propio ámbito. Y así, también pueden hacer los ángeles, seres más perfectos que el hombre; de ahí que puedan conocer muchas más cosas que el propio ser humano (S. Th., II-II, q. 172, a. 5).
Sin embargo, sólo Dios puede conocerlo todo y disponer del futuro completamente, y de lo que en el Cielo, en los Infiernos y en la Creación natural –es decir, en el universo donde vivimos nosotros, ocurre (S. Th., I, q. 14, a. 13; q. 57, a. 3; q. 86, a. 4). Ello es así porque sólo Dios es Señor y Creador, Único, Omnipotente y Omnisciente. Además, Dios es la Causa Eficiente de todo lo que existe, y las mantiene en su existencia de continuo. Sólo Dios es el "Ipsum Esse Subsistens", el Ser-Que-Existe-y-Es-por-Sí-Mismo (S. Th., I, q. 4, a. 2). Es por ello que sólo Dios dispone de las cosas, y puede revelar el futuro. Nadie más.
Además Dios es Providente, es decir, ordena las cosas mismas hacia su fin, y el fin último de las cosas es el bien divino (S. Th., I, q. 22). Así, debemos confiar en Él y no intentar usar de espíritus de muertos para conocer el futuro.
Finalmente, dice Santo Tomás de Aquino, O.P. que se peca con el espiritismo de dos formas: por el pecado de curiosidad ("curiositas") -que es más amplio en su sentido que lo que hoy entendemos por tal, pues Santo Tomás la define como un desordenado y desenfrenado deseo de conocer novedades (S. Th., II-II, q. 167 a. 1)- en cuanto a la causa final; y por el pecado de superstición –que es extralimitarse en la creencia, es creer más de lo que se debe- en cuando a la causa material.
Referencias:
+ “Catecismo de la Iglesia Católica”, números 2115, 2116, 2117.
+ "A propósito de magia y demonología". Nota pastoral de la Conferencia Episcopal Toscana, 1994.
4Si sólo Dios conoce el futuro, ¿qué ocurre realmente en una sesión de comunicación con los muertos?
Las más de las veces, lo que hay es un fraude, un engaño por parte de los supuestos médiums. Si se habla de sonidos, ruidos y fenómenos difíciles de explicar, etc., con casi total seguridad las causas, si se investigan, serán naturales.
En algunos casos puede ocurrir que personas con problemas psicológicos, como en algunos tipos de esquizofrenia, éstas puedan oír voces o tener sensaciones muy reales que son falsas, que sólo ocurren en su cabeza, que sean alucinaciones o delirios. Y en muy raras ocasiones, como dice Santo Tomás de Aquino, O.P., puede ocurrir que sean los demonios quienes se hacen pasar por espíritus, por medio de sugestiones y haciendo apariciones falsas de personas fallecidas. Así, no hay que ver demonios por todos lados, como algunos falsamente interpretan, pues el que sea posible no significa que sea lo corriente, pues lo normal es que sea un fraude.
El documento de la Conferencia Episcopal de la Toscana, del año 1994, llamado “Magia y demonología”, dice que “en las sesiones de espiritismo los participantes y el médium (forma moderna de los antiguos nigromantes) se prodigan en la invocación de las almas de los difuntos (por ejemplo, presuntas grabaciones de voces de ultratumba); en realidad, introducen una forma de alienación del presente y realizan una mistificación de la fe en el más allá, generalmente con trucos, actuando de hecho como instrumentos de fuerzas del mal que los usan a veces para fines destructivos, orientados a confundir al hombre y a alejarlo de Dios.”
El mismo documento alerta de la “búsqueda de ‘hechos extraordinarios y milagrosos’, que podemos detectar incluso en ambientes cristianos; búsqueda que, unas veces, apela a un falso misticismo o a fenómenos de ‘revelaciones privadas’, otras, llega incluso a dirigirse a referencias demonológicas, sin una verificación razonable y lejos de una auténtica madurez en la fe”.
La Iglesia siempre se ha opuesto a este tipo de prácticas; e incluso, cuando se hizo común acudir a sesiones espiritistas se manifestó de la siguiente forma:
El Santo Oficio (4 de agosto de 1856) dijo en referencia a experimentaciones del entonces llamado magnetismo, mesmerismo o hipnosis, también usado para contactar con los muertos, que era una práctica ilícita: "La aplicación, empero, de principios y medios puramente físicos a cosas y efectos verdaderamente sobrenaturales para explicarlos físicamente, no es sino un engaño totalmente ilícito y herético [...] Hasta tal punto ha crecido la malicia de los hombres que, descuidando el estudio lícito de la ciencia, buscando más bien lo curioso, con gran quebranto de las almas y daño de la misma sociedad civil, se glorían de haber alcanzado cierto principio de vaticinar y adivinar. De ahí que con los embustes del sonambulismo y de la que llaman clara intuición, [...] presumen pronunciar palabras sobre la religión misma, evocar las almas de los muertos, recibir respuestas, descubrir cosas lejanas y desconocidas, y practicar otras supersticiones por el estilo, con el fin de conseguir ganancia ciertamente pingüe [...] En todo esto, sea el que fuere el arte o ilusión de que se valgan, como quiera que se ordenan medios físicos para fines no naturales, hay decepción totalmente ilícita y herética, y escándalo contra la honestidad de las costumbres."
El Santo Oficio (24 de abril de 1917) dijo que no era lícito "por el que llaman médium, o sin el médium, empleando o no el hipnotismo, asistir a cualesquiera alocuciones o manifestaciones espiritistas, siquiera a las que presentan apariencia de honestidad o de piedad, ora interrogando a las almas o espíritus, ora oyendo sus respuestas, ora sólo mirando, aun con protesta tácita o expresa de no querer tener parte alguna con los espíritus malignos”.
No se ha demostrado jamás y no hay prueba ninguna suficientemente contrastada por la que se pueda decir que se pueda lograr contactar con los muertos y hablar con ellos acudiendo a brujos, nigromantes, adivinos o magos de ninguna clase. No es posible. A pesar de lo que algunos crean no hay prueba ninguna. La casi totalidad de los casos son fraudes y engaños tal y como hemos afirmado. Así, los sacerdotes Carlos María de Heredia, S. J. y Óscar González Quevedo, S. J., o científicos como Dmitri Mendeléyev, Martin Gardner, así como magos (prestidigitadores, y por lo tanto expertos en trucos y fraudes) como James Randi, entre otros, han demostrado sobradamente el fraude de los espiritistas y sus presuntas comunicaciones con los muertos.
Por lo tanto, tengamos fe y confianza en Dios, en su Providencia, incluso en los momentos de oscuridad. Porque sí podemos en cambio hablar con Dios, rezarle, y que sea Él quien ponga nuestros deseos y peticiones, nuestras asuntos, incluso los que tengamos con personas ya fallecidas, en sus manos, pues sólo Él, Señor de vivos y muertos, es quien tiene este señorío. Sólo Dios.