El testimonio de Hans Zollner, jesuita“Algunos dudan de la sinceridad del compromiso de la Iglesia en la lucha contra la pedofilia, pero nos alienta la palabra de Jesús: la Verdad nos hará libres”. Con estas palabras el jesuita Hans Zollner, presidente del Instituto de psicología de la Universidad Pontificia Gregoriana y presidente del Comité directivo del Centro para la protección de los menores, concluyó la rueda de prensa celebrada en la universidad de los jesuitas un año después del Simposio “Hacia la curación y la renovación” sobre los abusos sexuales en la Iglesia. Aleteia habló con él del camino recorrido en este año y de las perspectivas futuras.
Un año después del Simposio –un momento vivido con gran participación de la Iglesia- ¿qué ha quedado?
El Simposio representó un paso adelante en el largo, penoso y fatigoso camino de la Iglesia hacia la curación y la renovación y este paso es irreversible. El signo tangible del empuje hacia delante que son las Actas del Simposio de 2012, publicados hoy en 12 lenguas. Se trata de un instrumento con el que queremos destacar que es un compromiso fuerte también por parte de la Curia romana, porque hemos tenido el apoyo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la de la Evangelización de los pueblos y de la Congregación de los Obispos. Las Actas representan un recurso precioso para las personas que, en el interior de la Iglesia, quieren informarse desde el punto de vista canónico y teológico, además del psicológico y pedagógico. Pero también pueden servir a muchas otras personas implicadas en la lucha contra el mal.
Desde su posición privilegiada, usted, además del cambio de ruta impreso por la jerarquía de la Iglesia- ¿ve también un cambio a nivel de diócesis, obispos, sacerdotes en la conciencia con respecto a este problema?
A propósito de algunos países que he visitado en los últimos meses, puedo decir que hay, ciertamente, (por ejemplo en algunos países de la Europa Oriental) una atención y una sensibilidad mucho mayor hacia este drama. Es una atención solicitada desde arriba, con procedimientos asumidos por la Curia Romana o por las Congregaciones religiosas, pero también desde abajo, a través de las personas que han sido víctimas de abusos. En muchos casos, como sucedió también en el Simposio del año pasado con el testimonio de la irlandesa Marie Collins, se han visto muy afectados por el encuentro con una víctima, porque en ese momento han podido comprobar las dimensiones del mal causado. No puedo hablar por las casi 4.000 diócesis del mundo (no es posible hacer una valoración global), pero ciertamente, también gracias a la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2011 que pidió a todas las Conferencias Episcopales que elaborasen sus propias guías, se ha producido un aumento de la sensibilización del problema. Es verdad, sin embargo, que todavía falta un larguísimo camino, que no debemos ralentizar, que debemos seguir con tesón y paciencia y con la perseverancia que el Santo Padre nos ha enseñado con su ejemplo personal al afrontar esta plaga.
En este largo camino, ¿Cuál puede ser la aportación de los laicos y en particular de algunas figuras profesionales como los educadores?
La atención al tema de la pedofilia no se limita sólo al ámbito de la Iglesia porque, como sabemos, la gran mayoría de casos de abusos se produce en el interior de las familias. Un papel relevante en esta vigilancia, tienen los educadores en las escuelas, en las guarderías, porque, desgraciadamente, los pocos datos fiables en este campo señalan un aumento del número de casos de abuso sexual hacia menores muy jóvenes. Especialmente en el ámbito educativo-formativo, por tanto, todas las personas implicadas deben estar muy presentes y ser conscientes de esta inmensa responsabilidad frente a los jóvenes.