¿Con qué ropa nos encontrará el Señor? Es evidente que a los discípulos les gustaba hablar de esta cuestión con Jesús.
Sin embargo, por muy discípulos que fueran, Jesús no les dio ningún privilegio sobre algún conocimiento especial de la hora final, del día del “Regreso”: ¡ningún dato al respecto!
En cambio, sí compartió una hermosa lección con todos nosotros, que estamos igual de preocupados.
En efecto, Jesús nos sugiere mantenernos listos para servir, “con la ropa bien ajustada y la luz encendida”.
Esta “ropa bien ajustada” (literalmente, “los lomos ceñidos”), es en realidad la vestimenta de Pascua que llevaban los hebreos (Ex 12,11) en el momento de la salida de Egipto.
La ropa de un pueblo listo para partir, liberado de su esclavitud humana, vivo todavía en el mundo pero ya vuelto hacia el Señor.
Es un atuendo pascual, casi una vestimenta litúrgica, bautismal: ropa blanca y cirio pascual (como la “luz encendida” que representa la esperanza) es precisamente el atuendo de la Iglesia que espera el regreso de su Señor.
¿Por qué el regreso? Pues porque se fue de nupcias, está junto a su Padre y está de celebración.
Estén listos para el servicio
Jesús evoca un tiempo de la Iglesia, después de su resurrección y su ascensión, en que los verdaderos discípulos que han reconocido su venida y se alegran por la Salvación, viven ya en la espera de su regreso.
Únicamente, para que podamos compartir esta fiesta, es mejor que nos encuentre atentos.
Los siervos atentos fueron declarados “dichosos” por Jesús. Lo importante de esta historia del regreso del maestro no es el temor o la angustia de dejarse sorprender por una hora pérfida, ¡como si Dios ocultara ese momento para pillarnos desprevenidos!
No, lo importante es la felicidad del regreso, que nos mantengamos “atentos en el amor”, según la hermosa expresión de Isabel de la Trinidad.
Medianoche o madrugada, no hay tiempo demasiado tardío para un corazón amoroso que espera al ser amado.
En efecto, Jesús dijo a sus discípulos:
“Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y la luz encendida. Pórtense como siervos que esperan a que regrese su señor de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como él llegue y toque. Dichosos los siervos a quienes su señor encuentre pendientes de su llegada. Créanme que se ajustará la ropa, hará que los siervos se sienten a la mesa, y él mismo se pondrá a servirles. Sí, dichosos aquellos siervos a quienes su señor encuentre preparados, aunque llegue a la medianoche o de madrugada. Pero entiendan esto: Si un dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, estaría pendiente para no dejarlo forzar la entrada. Así mismo deben ustedes estar preparados, porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen”.
Por el Hermano Dominique-Marie Dauzet
Hoy celebramos a...