Qué importante es para un matrimonio arrodillarse juntos delante de un Sagrario. Hay visitas que merecen la pena hacerse juntos, de la mano. Y esta es una de ellas.
La pareja que se ha casado por la Iglesia y que ha recibido el sacramento del matrimonio no debe olvidar nunca por quién es sostenida, cuál es su mayor refugio, el más fuerte de sus cayados, la más segura de sus fortalezas. Dios es el que pone ese plus para que esa aventura matrimonial no bordee el precipicio con riesgo de precipitarse al vacío. Todos los que estamos casados lo sabemos. Vivir en pareja, tener una familia, criar a los hijos, llevar adelante un hogar, etc. es una de las experiencias más apasionantes de la vida, pero también de las más difíciles.
Visitar juntos un Sagrario, da igual si está en la Catedral de la ciudad o en un oratorio sencillo de una parroquia de barrio, es un acto de amor, porque es reconocernos mutuamente incapaces para saciar las expectativas y necesidades del cónyuge. Amar no es cumplir expectativas. Ni siquiera es completar al otro. No se trata de ser media-naranja sino de ser naranja-exprimida, que da lo mejor que tiene, hasta el final, en beneficio del otro.
El Sagrario es un lugar propicio para contarle al Señor en qué situación estamos. A Él le interesan nuestros desvelos. ¿Cómo vamos? ¿Cómo estamos? ¿Qué nos enoja? ¿Qué problemas tenemos? ¿Qué necesitamos? El Señor nos conoce. ¡Fue Él el que bendijo nuestra unión! ¡Es Él el que, a través de su Espíritu, nos mantiene firmes en nuestro compromiso! Pero es un signo de confianza el charlar juntos, sin temor, sin tabúes, y con claridad. Bueno para todos. ¿Ante quién sino desnudarnos? ¿A quién sino contarle nuestras pesadumbres matrimoniales? Es bueno contar con amigos, con matrimonios cercanos con quién compartir senda, pero al Señor nadie puede obviarlo. Él está ahí desde el principio. Él conoce lo que es ser incomprendido, lo que es darse, lo que es un hogar, una familia, lo que es dejarla…
¿Por qué no meterlo en nuestras cargadas agendas? ¿Por qué no sacar un hueco? ¿Por qué no? Es un tipo de intimidad que también conviene frecuentar. Una intimidad en la que nuestros corazones se entrelazan aún más y en la que la pareja sale fortalecida. No todo intimidad se juega bajo las sábanas.
Probad. Animaos. ¿Qué puede salir mal? Todo son beneficios. Ya me contaréis…
Un abrazo fraterno – @scasanovam