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Una ginecóloga da 7 razones por las que la FIV es una mala idea

In vitro w Alabamie w USA

fot. gualtiero boffi / Shutterstock

Dr. Damon Cudihy, M.D. - publicado el 13/04/24

Los bebés sufren, las madres sufren, los padres sufren, la sociedad sufre... echa un vistazo a estos siete puntos que te harán comprender a profundidad lo que conlleva la fertilización in vitro

“Las parejas que acuden a las clínicas de fertilización in vitro (FIV) responden, en realidad, al deseo de tener hijos que Dios les ha dado”, asegura la doctora Damon Cudihy, ginecóloga obstetra que, en su práctica médica, ha visto -de primera mano- a cientos de pacientes explotados por la industria de la fertilización artificial.

Cuanta que, durante sus años universitarios, la nueva evangelización de san Juan Pablo II estaba en su apogeo.

“Los escritos del santo sobre la santidad de la vida y los dones del matrimonio fueron especialmente formativos cuando discernía mi vocación por la profesión médica y, en última instancia, por la especialidad de obstetricia y ginecología.

Unos siete años más tarde, mientras cursaba un programa de formación de residencia en obstetricia y ginecología, me quedó claro que incluso los católicos bien informados no entendían bien la cuestión de la fecundación in vitro o FIV”.

Derivado de esta experiencia de ser entrenada como profesional por practicantes de FIV, y atendiendo a pacientes explotados por la industria comenzó un extenso estudio del tema que hoy le permite estar familiarizada con el alcance del daño hecho por esta industria que comercializa sus procedimientos como “construcción de la familia”.

Un deseo que viene de Dios y un profundo sufrimiento

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La Dra. Damon deja en claro, antes de comenzar, que comprende muy bien el sufrimiento que experimentan las mujeres con infertilidad; por ello, ha dedicado gran parte de su vida profesional a tratar las diversas causas de este problema.

“Las parejas que acuden a las clínicas de fecundación in vitro responden, en realidad, al deseo de tener hijos que Dios les ha dado. De hecho, están allí precisamente porque sufren la privación del bien de la fertilidad y la ausencia de ese ‘don supremo del matrimonio’, como describió el Papa Pablo VI a los hijos”.

Y aclara un punto clave: “Cada niño creado en el proceso de FIV posee la misma dignidad humana que todos nosotros, aunque sólo una minoría de ellos sobreviva hasta el nacimiento. Del mismo modo que un niño concebido fuera del matrimonio o incluso por violación sigue siendo plenamente humano y merecedor de todos los derechos humanos, también lo son los niños concebidos en las placas de Petri de las clínicas de fertilidad”.

Entonces, si son igual de dignos y hay un deseo legítimo de ese “don supremo” ¿por qué decir no la FIV? La ginecóloga advierte que la lista de razones es larga, por ello, expone solo siete de ellas.

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Matar para crear

En palabras del conocido especialista católico en fertilidad, el Dr. Thomas Hilgers “La FIV es matar bebés para crear bebés”.

Una evaluación cuidadosa de los datos disponibles revela que solo alrededor del 4 % de los embriones humanos (también conocidos como niños humanos) concebidos sobrevivirán hasta nacer. La mayoría son destruidos intencionadamente mientras son etiquetados como “óvulos fecundados” (no como niños humanos) por quienes desean deshacerse de ellos como residuos.

“Nunca olvidaré a un especialista en FIV respondiendo a la pregunta de un marido sobre el destino de los embriones sobrantes con un insensible ‘los tiramos a la basura'”, comenta la doctora.

Y añade: “El coinventor de la FIV, Patrick Steoptoe, financió su investigación con los beneficios que obtenía practicando abortos inducidos quirúrgicamente: realmente matar bebés para hacer bebés. La FIV existe porque primero existió el aborto electivo a demanda. La FIV no puede considerarse de ningún modo provida”.

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SERES HUMANOS tratados COMO PROPIEDAD

En esta industria, los bebés humanos son tratados como meras mercancías que se producen, venden y almacenan en congeladores de nitrógeno líquido. Además, explica que los embriones se clasifican según su calidad, como un producto agrícola, con denominaciones como 4AA o 5AB.

“Cada vez se hacen más pruebas genéticas para ‘eliminar’ a los niños considerados genéticamente inferiores o indeseables. Es evidente que la nueva vida humana ya no se acepta como un don del Creador Divino. Más bien, el propio niño se considera ahora una posesión que los adultos tienen derecho a fabricar y adquirir a demanda. Los precedentes legales ya han tratado a estos embriones (cuando se congelan) como una propiedad que debe repartirse entre los divorciados, en lugar de como seres humanos”.

Y concluye: “Como cultura, hemos vuelto así a la vergonzosa práctica de tratar a toda una clase de seres humanos como propiedad”.

3
conejillos de indias

Estos embriones humanos “sobrantes” que no son elegidos para intentar transferirlos al útero de una mujer son ahora una fuente lucrativa de material de investigación científica.

Hasta el 96% de los niños concebidos en este proceso se desechan intencionadamente como basura, se venden como material para experimentación científica, se meten en congeladores o mueren en los intentos de establecer un embarazo con éxito.

“Gracias a la FIV, también hemos revivido la vergonzosa práctica de experimentar con un grupo de individuos considerados infrahumanos”.

4
NO se encuentran LAS VERDADERAS CAUSAS DE LA INFERTILIDAD

Se maltrata sobre todo a las mujeres y se degrada su dignidad humana en el proceso.

“Ninguna mujer sueña con quedarse embarazada algún día mediante los procedimientos de una clínica de fecundación in vitro. Al igual que las mujeres que acaban en clínicas abortistas, lo hacen por desesperación, aunque en gran parte gracias a la aprobación contemporánea de estas prácticas”.

Los daños físicos y emocionales causados a las mujeres por la industria de la FIV también son similares a los de la industria del aborto, en el sentido de que a menudo se desestiman y minimizan”.

La doctora asegura que lo que la mujer desea es ser curada y sanada para poder concebir. Trágicamente, la mayoría de los médicos de hoy en día están mal equipados o no están interesados en proporcionar esa curación. En su lugar, se apresuran a remitirla a la clínica de fertilidad local, que en realidad es poco más que una fábrica de FIV.

Por consiguiente, explica, se ha descuidado el desarrollo de tratamientos para las verdaderas causas tratables de la infertilidad, ya que casi todo el interés y la financiación de la investigación sobre la infertilidad se dirige a la muy lucrativa industria de la FIV.

“En la actualidad (en Estados Unidos), las parejas suelen gastar 30 mil dólares por ciclo y, dado que solo 1 de cada 5 ciclos da lugar a un nacido vivo, las parejas suelen gastar más de 100 mil dólares en un proceso que suele ser infructuoso. A pesar de ello, hay innumerables mujeres que tras múltiples ciclos de FIV inútiles (en los que ninguno de los niños sobrevivió) dan a luz a niños sanos después de tratamientos reales para las causas de la infertilidad”.

5
Se degrada a los padres

También los hombres se ven degradados en el proceso. Mucho peor que la carga económica en la que a menudo incurren es la humillación personal que se ven obligados a soportar.

Explica que se les desplaza de su papel natural en la intimidad física con la mujer. En su lugar, son meros donantes de esperma enviados al cuarto de baño con un recipiente para muestras y pornografía (apodados “ayudantes” en la industria de la FIV) para producir la “muestra” mediante un acto artificial y simulado.

6
tendencia destructiva

Toda la sociedad se ve degradada en un entorno cultural en el que los niños son reducidos a meras posesiones que los adultos adquieren o de las que se deshacen a su antojo.

“Al igual que la aceptación generalizada de la anticoncepción, la pornografía y el aborto ya han conducido a una rebaja general de la moralidad y a un desprecio por la santidad de las vidas humanas individuales, la creciente aceptación y promoción de la FIV continúa esta tendencia destructiva en última instancia”.

7
jugar a ser dios

Por último, recuerda que la FIV nunca fue realmente para servir a las mujeres o “construir familias”. Se trataba de hombres arrogantes que jugaban a ser Dios. El zoólogo y coinventor de la FIV, Robert Edwards, declaró: “Quería averiguar exactamente quién estaba al mando, si Dios mismo o los científicos en el laboratorio: ¡éramos nosotros!”

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