Una manera de avanzar en el camino espiritual es identificar nuestros objetivos y ver claramente lo que conseguimos y lo que dejamos a medias, o que no alcanzamos si quiera a realizar. En eso consiste un balance, es una especie de inventario de nuestro interior, un explorar hacia dentro lo que somos y queremos seguir siendo en este fin de año.
Este balance también incluye los errores que cometimos, las faltas de fuerza de voluntad y la carencia de constancia y persistencia para esmerarnos en conseguir lo que tanto deseamos.
A continuación algunos consejos que te pueden ayudar con tu exploración.
Desde luego que un punto de partido más importante es la reflexión sobre como has llevado tu relación con Dios:
- ¿Qué tan agradecido has sido por lo que tienes, o al contrario, qué tan lejos has mantenido tu vida de Él?
- ¿Qué tan cerca has estado de cumplir con los valores cristianos, al ser compasivo, honesto y justo contigo mismo y con los demás ¿Qué puedes cambiar para hacerlo mejor?
- ¿Cumples con lo que te propones en tu vida espiritual, como pueden ser tus oraciones, asistir a Misa y leer textos edificantes?
Muchos balances espirituales deben iniciar por preguntarte qué tanto control has tenido de tus emociones durante el año, en especial el enojo, miedo y tristeza. ¿Hasta qué punto has podido disminuir tu impulsividad y manejo explosivo de tus sentimientos?
Emociones, fortalezas, flaquezas y relación contigo mismo
Puedes plantearte cuáles son tus principales fortalezas mentales y reconocer tus flaquezas o vulnerabilidades y anotarlas para que te queden muy claras. Es importante identificar qué te puede estar impidiendo crecer; puede ser que incluso seas tú mismo.
Para ahondar en esto puedes hacerte algunas preguntas como estas:
- ¿Qué tan honesto he sido conmigo mismo y con los demás, o en otras palabras, en qué me ha dado por mentir y tratar de engañar?
- ¿Realmente he tratado de hacer el bien y no dañar a los demás con omisiones y acciones que no respetan la dignidad o el bienestar de las personas que me rodean?
- ¿Qué tanto he practicado la caridad, compasión y trato cortés y amable con los demás?
- ¿He sido justo en mis decisiones, o he tomado ventaja y abusado de los demás?
- ¿Hasta que punto he tomado consciencia de la tarea cotidiana de estar más alegre y de vivir en paz, estando en las manos de Dios y no queriendo solo hacer las cosas a mi modo?
Un examen minucioso y sincero
Un balance de fin de año tiene que ser muy sincero y con profunda autocrítica, lo que implica un examen más minucioso de tu manera de ser y de vivir la vida. Es una exploración y revisión de tu forma de pensar y de las creencias que has venido adquiriendo durante este año y los anteriores.
Se le llama balance porque es una comparación entre lo positivo y lo negativo de tu manera de pensar y de actuar. Psicológicamente debemos esmerarnos por eliminar de nuestra mente las emociones negativas, junto a los respectivos pensamientos que nos perturban, en especial los que nos llevan a vivir dependiendo del mundo exterior o de las mismas adicciones que nos hacen más esclavos y le restan libertad a nuestras vidas.
Si a ti, como a muchas personas, te cuesta trabajo enfrentarte a ti mismos, es muy recomendable buscar a alguien que acompañe este proceso, puede ser un amigo, un familiar o hasta un profesional que te de nuevas herramientas para que veas con claridad lo que has avanzado o en lo que te has estancado.
Echarte un clavado a tu interior y hacerlo con plenitud de consciencia, no suele ser nada fácil. Cuesta trabajo reconocer, tanto nuestros errores, como los aciertos; pero es indispensable verlos con claridad y no tratar de ocultarnos la realidad de lo que somos.
El crecimiento emocional, mental y espiritual, trae muchos beneficios y nos lleva a vivir una vida más estable y feliz, así que vale mucho la pena que te lances a realizar tu balance de vida. Si no lo habías hecho antes, es hora de comenzar; si ya lo habías hecho anteriormente, pues a continuar realizando esta positiva actividad.
Hay muchas órdenes religiosas que suelen proponer retiros espirituales con muchos elementos psicológicos para que el enfrentamiento contigo sea más completo e integral. Busca alguno cerca de ti, y veras qué buena inversión haces en tu vida.
Ser mejor persona no es gratis, se requiere de un esfuerzo propio y de la gracia del Espíritu Santo; por eso es muy cierto el refrán mexicano que dice: “A Dios rogando y con el mazo dando”.