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La verdad sobre Prem Rawat: “mi ex maestro espiritual es un fraude”

Prem_Rawat_2007

The Prem Rawat Foundation-(CC BY-SA 3.0)-modified

Luis Santamaría - publicado el 04/07/23

Un exadepto del gurú Maharaj Ji, ahora conocido como Prem Rawat, afirma que el popular autor indio "ha engañado a cientos de miles de personas"

El pasado mes de abril, el autor y conferenciante indio Prem Rawat consiguió entrar en el Libro Guinness de los Récords por leer un capítulo de su libro Escúchate ante un auditorio formado por nada menos que 114.704 personas. Varios medios de comunicación se hicieron eco de esta “hazaña”.

Aclamado en todo el mundo

Pero no es la única aparición reciente en los medios de comunicación del gurú, que en los últimos años es objeto de reportajes y entrevistas en los lugares por los que pasa difundiendo su enseñanza. No sólo aparece en medios especializados en autoayuda y bienestar (y, obviamente, en toda la galaxia New Age), sino también en los generalistas, que dan gran proyección a su figura.

Así, por ejemplo, en España se ha podido leer que es “todo un influencer de paz” (Telva), “uno de los más relevantes embajadores mundiales de la paz” (Hola!), que “desde los ocho años recorre el mundo difundiendo que todo lo creado por el ser humano tiene solución” (Vozpópuli) y que “ha dedicado toda su carrera a encontrar la paz en un lugar que muchas veces no pensamos en mirar: nuestro interior” (ABC).

Su aura de credibilidad ha llegado hasta el punto de que la periodista española Marta Robles lo define en La Razón como “una de las personas más singulares que he conocido”, y el editor de Cambio 16, Jorge Neri, se refiere a él como “una de las mentes más lúcidas del planeta”.

Un pasado que conviene conocer

Sin embargo, es necesario ofrecer la información completa sobre su biografía, sobre la que pasan en puntillas la mayoría de los informadores: Prem Rawat es el nombre real (abreviado) del gurú mundialmente conocido en las décadas de los 70 y 80 como Maharaj Ji (o Maharaji).

Nacido en 1957 en la India, heredó de su padre el liderazgo de la Misión de la Luz Divina, una secta de origen hindú que tuvo una gran difusión en muchos países occidentales. Por los problemas y controversias que protagonizó el movimiento, cambió su nombre después por otros como Elan Vital, La Paz es Posible, Conocimiento del Ser, etc.

Maharaj Ji empezó a predicar en su infancia, como destacan sus biografías, pero todo se debió a la muerte temprana de su padre, líder originario de la secta. Para sus seguidores es mucho más que un maestro, y lo consideran “Señor del Universo, Dios Encarnado, reencarnación de Buda y de Cristo”.

El testimonio de un exadepto

Siempre cabe una duda razonable: ¿un movimiento como éste puede haber cambiado con el paso del tiempo? ¿Lo que nació y se desarrolló como una secta puede haber mejorado? ¿El gurú sectario puede haberse convertido en un maestro espiritual “sano”?

Para responder a estas cuestiones nos sirve un artículo publicado en el portal Medium precisamente por las mismas fechas del récord Guinness citado. Su autor, Don Johnson, que se presenta como profesor de meditación y entrenador del potencial humano (una figura, pues, del ambiente Nueva Era), lo titula así: “Mi ex maestro espiritual es un fraude”. Sin rodeos.

Johnson perteneció durante 10 años a Elan Vital. Al final se dio cuenta de que Prem Rawat no era ese “gran embajador humanitario y de paz”: “Finalmente llegué a aceptar por completo que Prem Rawat, la persona en la que confié para que me guiara en mi viaje espiritual, que se presentaba a sí mismo como un ser iluminado e insistía en la lealtad inquebrantable de sus seguidores, es en realidad un fraude”.

Un líder que reclamaba devoción

Como es habitual en las sectas, con el paso del tiempo dentro del grupo Don Johnson empezó a ver cosas que no le cuadraban, pero “todavía estaba cegado por toda la exageración que había a su alrededor y por la esperanza de que él pudiera traer más paz al mundo”. Era la década de los 70 y los pensamientos utópicos eran comunes.

Su gurú era un líder de paz, y así fue capaz de atraer a decenas de miles de jóvenes en todo el mundo. Cuando Johnson empezó a oír críticas sobre Prem Rawat (como, por ejemplo, que bebía en exceso, o el dinero que conseguía de sus adeptos), recuerda que “se encendieron las banderas rojas”, pero “mi mente lo racionalizó como una prueba espiritual por parte del maestro, o ‘debe de haber algo mal en mí, porque no parece importarle a nadie más’”.

Así, acallando lo que le decía su intuición, siguió adelante en la secta a la que había llegado “porque quería conocer mi yo superior, la fuerza vital, el dios interior”, y donde asegura que le enseñaron a meditar. Y el gurú decía que “si alguien tenía cualquier experiencia de paz interior a través de las técnicas, era gracias a sus bendiciones”, y que “la clave para la iluminación era la devoción hacia él”, algo que Johnson creyó.

El camino hacia la salida

Con el tiempo, Don Johnson se convirtió en instructor de meditación y escaló puestos dentro del movimiento, hasta llegar a convertirse en el presidente de la organización que difundía las enseñanzas de Prem Rawat. Así pudo conocer el volumen millonario de dinero que se movía y, mucho más cerca del gurú, comprobó que la bebida no era su único problema personal, sino que destacaba por su mal genio, trato degradante a los más cercanos, abuso emocional, misoginia…

En definitiva, descubrió que no era un líder ejemplar, ni mucho menos alguien a quien seguir o imitar. A los 33 años, por fin dejó la secta, y ya fuera se casó y formó una familia, alejándose de lo que había sido su vida durante una década entera. Tiempo después conoció otros testimonios sobre Prem Rawat, incluso de su secretario personal, y todo lo que leía confirmaba su experiencia sobre el gurú e incluso empeoraba su imagen.

“El mundo necesita escuchar la verdad”, asegura ahora el exadepto. Y va más allá al escribir: “Me gustaría ver a Prem disculparse por sus mentiras, engaños y mal uso de la riqueza que le dieron personas que creían que era honesto, moral y concienzudo”. Además, resume el duro camino que les queda a los que salen de una secta: “tenemos que hacer las paces con el hecho de que fuimos engañados”.

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