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Buscando la estrella de Belén desde el Observatorio Vaticano

Star of Bethlehem

vovan | Shutterstock

Christopher M. Graney - publicado el 28/12/21

A los humanos nos encanta leer sobre los grandes signos del cielo

“¿Estás buscando la estrella de Belén con los telescopios del Papa?”

Preguntas como esta nos son demasiado familiares a los que formamos parte del personal del Observatorio Astronómico Vaticano. Se puede emprender un estudio serio de la Estrella de Belén – en 2014 hubo una importante conferencia sobre el tema en la Universidad de Groningen (Países Bajos) –; pero las preguntas sobre la Estrella a menudo se refieren a lo que los humanos queremos ver en el cielo en lugar de lo que realmente se vio.

¿Qué sabemos sobre la estrella de Belén?

La Estrella de Belén generalmente se representa como en la fotografía que mostramos a continuación: un signo innegable en el cielo, un gran faro celestial brillante, que guió a los Magos desde el Cristo recién nacido.

Es una idea antigua. Aurelio Prudenzio Clemente vivió entre 348 y 413. Entre sus obras, hay un texto sobre Belén que dice:

Más hermosa que el sol de la mañana
fue la estrella que anunció su nacimiento;
al pueblo proclamó su Dios,
hecho de carne en la Tierra.

Obviamente, esto es una traducción. De hecho, Prudenzio escribió:

Haec stella, quae solis rotam
vincit decore ac lumine,
venisse terris nuntiat
cum carne terrestri Deum.

El latín vincere significa “conquistar”. Prudencio dice que la Estrella “conquista” incluso al Sol, ¡verdaderamente un gran faro! Y entonces nos gusta imaginar la estrella brillando en el cielo nocturno:

Miraron hacia arriba y vieron una estrella
que brillaba en el oriente lejos de ellos,
y le dio a la Tierra una gran luz,
y así continuó día y noche.

Ese poderoso faro, sin embargo, no es la Estrella de Belén descrita en el Evangelio de Mateo. El segundo capítulo de este evangelio dice que los magos llegaron a Jerusalén preguntando por el rey recién nacido.

Covington-Cathedral-Star-Detail.jpg

“Vimos ascender su estrella”, dijeron (otra traducción dice “en el Este”). Esta noticia molestó a Herodes, quien, “llamó en secreto a los Magos, les preguntó exactamente la hora en que había aparecido la estrella”.

Herodes no preguntaría cuándo había aparecido un objeto obvio y conspicuo. Cualquiera lo hubiera sabido. Habría estado en labios de toda Jerusalén. Esas imágenes del “faro celestial” que todos conocemos, que están inmortalizadas en canciones antiguas, en espléndidas vidrieras o incluso en las excéntricas cunas de plástico iluminadas, son contrarias a lo que nos cuenta Mateo sobre la Estrella. Hablan de la estrella que nos gustaría que los magos hubieran visto en el cielo.

Mateo nos dice que la Estrella que realmente vieron los Magos era un elemento que a Herodes y sus eruditos se les había escapado por completo, pero también era algo que Herodes podía ver y comprender.

De lo contrario, habría descartado a los magos como locos; o, siendo la persona que era, los habría matado por difundir “noticias falsas” sobre un nuevo rey.

Los astrónomos están muy familiarizados con las cosas en el cielo que nadie más ve hasta que se las señala:

“Oh, está Saturno”, decimos. “¿Saturno?”, es la respuesta. “¿Como lo sabes? Simplemente parece una estrella. Nunca me habría dado cuenta”.

“Mira las diferencias de color entre Arturo, Vega y Antares”, subrayamos. “Nunca noté que las estrellas tuvieran colores”, escuchamos en respuesta.

¿Qué nos dicen los astrónomos sobre la estrella?

Pero entonces, ¿qué era esta estrella de Belén que solo los magos notaron? La conferencia de Groningen, celebrada en respuesta al trabajo del astrónomo de la Rutgers University  Michael Molnar, habló precisamente de esto.

Al analizar cuidadosamente las ideas de los astrólogos de la época del nacimiento de Cristo, Molnar había argumentado que la estrella era una determinada disposición de los elementos del sistema solar en el cielo que sería importante para esos astrólogos (imagen de abajo).

Para un astrólogo experimentado, esa disposición correspondía a un nacimiento real en Judea; para el individuo promedio no significaba nada. La Estrella habría pasado desapercibida a menos que alguien se refiriera a ella, como uno de los magos.

Molnar-April-17-6BC.jpg

Preguntas interesantes planteadas al Observatorio Vaticano

El Observatorio Vaticano no participó en la conferencia sobre la Estrella de Belén en Groningen. Los telescopios del Papa llevan a cabo investigaciones astronómicas ordinarias (aunque, como el astrónomo vaticano P. Paul Gabor, S.J. y yo comentamos recientemente aquí en Aleteia, lo “ordinario” en el Observatorio puede ser “extraordinario”). De cualquier manera, hemos tenido nuestra experiencia con el tipo de composición celestial descrito por Molnar.

En 2017 recibimos preguntas como la que informamos al comienzo de este artículo, pero no sobre la Estrella de Belén. Algunos querían saber por qué el Observatorio Vaticano no estaba prestando atención a una composición celeste que ocurriría el 23 de septiembre de ese año. Varias fuentes de Internet aseguraron que en esa fecha los cielos mostrarían una realidad similar a la descrita en el capítulo 12 del Apocalipsis:

“Entonces apareció una gran señal en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza”.

Ese día el Sol estaría en la constelación de Virgo, la Luna a los pies de Virgo, y las “nueve” estrellas de la constelación de Leo, más tres planetas (Mercurio, Venus y Marte), estarían en la cabeza de Virgo, al igual que en la mujer del capítulo 12 del Apocalipsis.

Tenía que ser un evento celestial único, destinado, como la Estrella de Belén, a anunciar grandes cosas. Al igual que la versión de la Estrella de Molnar, la mayoría de la gente no la habría notado, pero en realidad habría estado lejos de ser invisible.

En respuesta a las preguntas, escribí una publicación en www.vaticanobservatory.org. En el texto, titulado  Biblical Signs in the Sky? September 23, 2017(¿Señales bíblicas en el cielo? 23 de septiembre de 2017). Mostré cómo, debido a los movimientos regulares de los elementos del sistema solar, esta disposición celestial no era única. Otros eventos similares ocurrieron en el pasado en septiembre y, obviamente, no anunciaron ningún evento importante.

Esta publicación se ha convertido en la más leída en la sección dedicada a la astronomía sagrada y, con mucho, en la página más visitada de cualquier sitio web del Observatorio Vaticano. Más de cuatro años después, todavía figura entre las páginas más visitadas de www.vaticanobservatory.org. A los humanos nos encanta leer sobre los grandes signos del cielo.

Este amor no se traduce en amor por saber más sobre la astronomía en sí, que lo que realmente vemos en el cielo. Esencialmente, ninguno de los muchos visitantes que leyeron la publicación de Signos Bíblicos permaneció “sintonizada” para consultar el contenido astronómico de nuestro sitio web, lo que muestra cómo la idea de grandes signos es más fascinante que la realidad de la ciencia, de la astronomía ordinaria.

Es una pena. Si todos supiéramos más sobre la astronomía ordinaria, incluido el más común relacionado con el cómo y el por qué del movimiento de los planetas del zodíaco (que la gente puede ver con sus propios ojos), nos dejaríamos engañar menos por las historias sobre señales en el cielo que encontramos en internet.

Sin embargo, la idea de una gran estrella de Belén que indique el rey recién nacido seguramente seguirá siendo popular, a pesar de las conferencias eruditas y del Evangelio de Mateo. U sin duda hará que quienes buscan la estrella de Belén sigan haciendo preguntas al respecto al Observatorio Vaticano. Estoy seguro de que los magos lo entenderían.

Christopher M. Graney es becario adjunto en el Observatorio Vaticano. Desde hace algunos años su foco de investigación ha sido la historia de la astronomía, especialmente a finales del siglo XVI y principios del XVII.

Tags:
astronomiabelencienciahistoriavaticano
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