“Podemos desear tener un conocimiento vivo de ser hijos de Dios y experimentarlo, pero obtener esto es obra solo del Espíritu Santo”.
Lo dijo hoy el predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa en su segunda prédica de Adviento de este 2021 a la Curia Romana.
El sacerdote constató que muchos bautizados no celebran en el corazón la alegría de ser hijos de Dios.
Y esto solo lo cambia -dijo- el Espíritu Santo. Por eso invitó a pedirlo y recibirlo “siempre de manera nueva”.
Una imagen de Dios distinta
¿Cómo obra el Espíritu Santo el “milagro de abrir nuestros ojos a la realidad que llevamos dentro?, preguntó el capuchino. Y respondió con un discurso de Lutero:
“Mientras el hombre viva en el régimen del pecado, bajo la ley, Dios se le aparece como un dueño severo, uno que opone a la satisfacción de sus deseos terrenales con eso perentorios suyos: «Debes…, no debes». No tienes que desear las cosas de los demás, la mujer de los demás… En este estado, el hombre acumula en lo más profundo de su corazón un resentimiento sordo contra Dios, lo ve como un adversario de su felicidad, hasta el punto de que, si dependiera de él, sería muy feliz si no existiera”
“Inconscientemente la voluntad de Dios está conectada con todo lo que es desagradable, doloroso y todo lo que constituye una prueba, una exigencia de renuncia, un sacrificio de todo aquello, resumidamente, que puede verse como que mutilan nuestra libertad y desarrollo individual. Pensamos en Dios como si fuera esencialmente el enemigo de toda fiesta, alegría, placer”.
“Veamos qué hace el Espíritu Santo para sanarnos de este terrible engaño heredado de Adán.
Al entrar en nosotros, en el bautismo y luego en todos los demás medios de santificación, comienza mostrándonos un rostro diferente de Dios, el rostro que Jesús nos reveló en el Evangelio. Nos lo descubre como un aliado de nuestra alegría“.
“Poco a poco florece el sentimiento filial, que se traduce espontáneamente en el grito:¡Abba, Padre!”.
“El pacto con Dios ya no es solo una estructura religiosa en la que se nace, sino un descubrimiento, una elección, una fuente de seguridad inquebrantable”.
El Espíritu Santo llega en la oración
El Padre Cantalamessa añadió que “el lugar privilegiado en el que el Espíritu Santo obra siempre de nuevo el milagro de hacernos sentir hijos de Dios es la oración“.
Una oración que viene “por infusión”, como don, explicó. Es el Espíritu quien nos hace sentir -y no solo sabernos- hijos de Dios.
En su prédica, invitó a pensar en la alegría de Dios por sentirse llamado papá. Una alegría que Jesús conocía y por eso lo invocaba a menudo -Abbá- y nos invitó a que lo hiciéramos.
“Debemos basar todo en el Espíritu Santo”, invitó el predicador a la Curia Romana. “Lo importante es pedir y recibir fuerza de lo alto; la forma de manifestarse debe dejarse a Dios”.
Y concluyó: “El Espíritu Santo es el único que abre nuevos caminos, sin negar nunca los antiguos. ¡No hace cosas nuevas, sino que hace nuevas las cosas!”.
Lee aquí la segunda prédica completa de Adviento.