Una sencilla receta de la cocina monacal. En este caso, una sopa como primer plato de un menú delicioso.
La sopa de la priora no es una sopa más, sino que es de esas preparaciones que con su calor reconfortan no solo el cuerpo sino también el alma. Con ingredientes sencillos, austeros, pero cuidando cada detalle, los monjes y las monjas cocinan estas sopas hace mucho tiempo, poniéndole todo su arte, paz y tranquilidad.
En su libro La cocina del monasterio, el periodista especializado en gastronomía Antxon Urrusolo relata que tiempo atrás estas sopas eran ofrecidas gratuitamente por frailes y monjes en los conventos y monasterios a quien golpeara su puerta.
Eran conocidas como “la sopa boba”, por ser una solución barata e imaginativa, ya que lleva lo que tengas en casa, como ser pan viejo, arroz, ajo, cebolla, o comida del día anterior.
Pero también las sopas monacales, más precisamente los llamados “pucheros dolientes”, eran muchas veces la comida de personas que no tenían que comer, así como de los enfermos, de las embarazadas y puérperas y/o de toda aquella persona que haya perdido el apetito.
No olvidemos las palabras de Jesús: Yo soy el pan de la vida (Jn 6, 35) y Si alguno tiene sed, venga a mí (Jn 7, 37). Son para todos nosotros, creyentes, una provocación estas palabras, una provocación para reconocer que, a través del dar de comer a los hambrientos y dar de beber a los sedientos, pasa nuestra relación con Dios, un Dios que ha revelado en Jesús su rostro de misericordia.”
Sopa de priora
4 porciones
Ingredientes
2 huevos
½ cebolla
2 dientes de ajo
1 trozo de pan duro
Aceite de oliva suficiente
1 hoja de laurel
Agua
Sal
Preparación
En una cazuela con aceite caliente dora la cebolla y los ajos picados.
Agregar el agua, el laurel y la sal.
Hervir.
Cuando entre en ebullición añadir el pan desmigado y los huevos previamente batidos.
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