Se perdió con un huracán, y fue recuperada gracias a otro
Tenía diez años de haber desaparecido del lugar donde, en 1990, San Juan Pablo II la había bendecido, en su segunda y última visita a la ciudad de Monterrey, en el Estado norteño de Nuevo León.
Nadie sabía su paradero después de que el huracán “Alex” se la había llevado entre sus vientos y sus lluvias. Las autoridades la buscaron con escáner. Pero no dieron con ella. Y no era, precisamente, una estructura metálica pequeña. Al contrario, era una estructura de metal de doce metros de alto por tres de ancho de la Santísima Virgen María en su advocación de Guadalupe, la “morenita” que tanto quiso San Juan Pablo II.
La arrastró “Alex”, la descubrió “Hanna”
Pasó el tiempo y la gente la dio por perdida. ¿Se habría roto en pedazos? ¿Habría caído sobre el lecho del vecino Río de Santa Catarina, que solamente se llena de agua cuando hay este tipo de eventos en Monterrey? Esta hipótesis era la más segura. ¿Pero dónde podría estar?
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