En la cumbre del monte Jesús mostró el cielo abierto. En medio de la noche hizo ver las estrellas. En mitad de sus angustias hizo apreciar la plenitud a la que el ser humano está llamado:
“Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: – Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: – Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo”.
Se transfiguró ante sus ojos y les mostró la trascendencia dentro de la inmanencia. Un Dios presente en sus vidas, un Dios de carne, que era a la vez el Dios eterno todopoderoso. Comenta el padre José Kentenich:
“El hombre de hoy necesita ambas cosas, tanto la trascendencia como la inmanencia de Dios, pero en gran medida tenemos que entregarnos a la inmanencia de Dios. ¿Qué significa esto? Contemplar a Dios en las cosas”.
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Un Dios inmanente, hecho carne, que se transfigura dejando ver el otro lado del cielo, el otro lado de la vida, del tapiz.
Dicen que los tapices por un lado muestran los nudos inconexos y por otro lado un paisaje perfecto y precioso. Los nudos me hablan de la incomprensión en mi vida.
Hay tantos sucesos que no tienen explicación… Faltan los por qué a tantas preguntas. Pretendo buscar explicaciones teóricas para tranquilizar el alma.
Pero es imposible. Los nudos siguen siendo indescifrables. No los entiendo, no los acepto y me rebelo contra ellos. Quiere Dios que aprenda a vivir con ellos con el corazón en calma.
Quiere que viva tranquilo con mis miedos y angustias, con mis incomprensiones. Quiere que aprenda a vivir en el valle entre árboles que no me dejan ver el bosque.
Quiere que bese lo que no entiendo, esas enfermedades y desgracias que me superan, esos dolores que no logro aceptar con alegría.
El valle es eso, caminar cada día para cada día sin dejarme hundir por las angustias y tristezas.