“La calidad de una sociedad, quisiera decir de una civilización, se juzga también en cómo se trata a los ancianos y su lugar reservado en la vida común” (Benedicto XVI 12 noviembre 2012).
Tanto papa Benedicto como papa Francisco que lo hace constantemente, nos resaltan lo importante que es para nuestra sociedad, el cuidado y atención nuestros mayores.
“Frágiles son un poco todos los viejos. Algunos, sin embargo, son particularmente débiles, muchos están solos, y marcados por la enfermedad. Algunos dependen de cuidados indispensables y de la atención a los demás. ¿Daremos por esto un paso atrás?, ¿les abandonaremos a su destino? Una sociedad sin proximidad, donde la gratuidad y el afecto sin contrapartida van desapareciendo, es una sociedad perversa… ¡Donde no se honra a los ancianos, no hay futuro para los jóvenes!” (Papa Francisco, audiencia general del 4 del marzo del 2015)
¿Y por qué estas advertencias de los últimos Papas? ¿Es que nos estamos olvidando de una parte muy importante y valiosa dentro de nuestra genealógica como son nuestros abuelos?
Lamentablemente sí, ellos, nuestros ancianos integran la vergonzosa lista dentro de la “cultura del descarte.”
Abandonados en casa, con problemas de salud graves o menores que a veces empeoran por la tristeza y la depresión a causa de la soledad.
¿Pero como podemos ayudarlos para mejorar la calidad de sus vidas? Lo más seguro es siempre tenerlos presentes, cuidarlos aunque si las tareas cotidianas abunden, debemos proporcionarles incentivos y motivaciones para que estén mejor.
En Argentina, desde hace algunos años, se realiza, con un plantel de médicos especializados, la Tangoterapia, y ha tenido tanto éxito que se ha propagado en poco tiempo por varios lugares del mundo.