El pasado sábado 4 de noviembre se produjo en India la beatificación de la hermana Rani María Vattalil, asesinada brutalmente en 1995, y 22 años después se ha convertido en la primera mujer india declarada beata tras ser martirizada. Más de 10.000 personas y hasta cuatro cardenales estuvieron presentes en esta importante ceremonia para la Iglesia en India.
Entre los asistentes a la beatificación, concretamente en la primera fila, se encontraba un personaje clave en todo este proceso, Samunder Singh, el hombre que asesinó a esta franciscana tras propinarle 54 puñaladas. Del Se arrepintió de su acto abominable y fue perdonado por la familia de la nueva beata. Ahora una vez que cumplió su pena, es un miembro más de su familia.
La manifestación de la voluntad de Dios
“Estoy muy feliz de que ‘Didi’ (hermana mayor) haya sido reconocida mártir”, afirmó contento su asesino. Durante la ceremonia de beatificación, Singh agregó que todavía siente sobre él el peso de “semejante crimen espantoso” pese al perdón recibido por la familia. Aunque con los años -incidió- ha llegado a la certeza de que “todos los hechos que condujeron a su martirio han sido la manifestación de la voluntad de Dios”.
La hermana Rani María Vattalil, primera mártir india, nació en Kerala pero ya como religiosa se trasladó a la diócesis de Indore para servir a la población más pobre de aquel lugar, especialmente a los tribales. La misionera dedicó todo su tiempo a mejorar las condiciones de vida de estas personas, algo que no gustó nada a los jefes hindúes de las aldeas cercanas.
Convencido para asesinar a la religiosa
Éstos comenzaron a conspirar para quitarse de en medio a esta joven monja y finalmente convencieron a Samunder Singh, un hombre pobre de una de las aldeas, para que matase a la hermana Rani. Le dieron incluso las armas.
Finalmente, éste atacó a la monja en 1995 y la apuñaló con saña hasta en 54 ocasiones. Fue detenido y condenado. Su familia le abandonó, al igual que los jefes hindúes que le instigaron a matar a la monja. 11 años estuvo preso pese a que fue condenado a cadena perpetua. Sólo la intervención de la familia de la nueva beata logró que ya esté en libertad.
Los primeros años de prisión los pasó lleno de odio contra aquellos que le engañaron y día a día planeaba cómo matar al hombre que le llevó a asesinar a la religiosa.
Un sacerdote, el único que no le abandonó
Sin embargo, nunca se quedó completamente sólo y en prisión un sacerdote le visitaba ofreciéndole consuelo espiritual, lo que le fue llevando al camino del arrepentimiento.
Pero el perdón total se produjo el día en que una monja fue a prisión a visitarle, que resultó ser la propia hermana de la asesinada. Ella lo abrazó y lo llamó hermano. Ese gestó cambió la vida del asesino para siempre.