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Jos 2,1-21 / Jos 6,22-25. Tras la muerte de Moisés, Josué tomó el relevo de hacer entrar al pueblo de Israel en la Tierra Prometida. Para hacerlo, envía dos espías a Jericó que son recibidos por Rahab, una prostituta que les protege de los hombres del rey de Jericó. Ella, a cambio, obtiene la protección de su familia y de toda su tribu. A pesar de su no pertenencia al pueblo de Israel, ella manifiesta su fe en Dios a los dos espías de Josué: “Al oírlo, ha desfallecido nuestro corazón y no se encuentra ya nadie con aliento en vuestra presencia, porque Yahveh vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra”. James Tissot, La prostituta de Jericó y los dos espías, 1902, Museo Judío de Nueva York © Wikimédia