Estos son días excepcionales para descubrir la verdad que se escondía en las palabras de un santo muy querido, san Alberto Hurtado, cuando afirmaba:
“El pobre es Cristo”.
Me ocurrió durante una Eucaristía. Se me sentó al lado un indigente muy sucio que solía dormir afuera de la Iglesia y yo pensé: “Ojalá buscara otra banca”. Pero no se movió. Se quedó a mi lado toda la misa.
Después de la comunión, en medio de mi oración, le dije a Jesús: “¿Qué puedo hacer por ti?”.
Él se las sabe todas. Y siempre te sorprende.
Sentí en lo más hondo del alma estas palabras:
“Me tienes al lado Claudio, ¿qué harás por mí?”.