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¿Es correcto que una madre arriesgue su vida para que nazca su hijo?

Pregnant woman 01 – CC – es

© Teza Harinaivo Ramiandrisoa / CC

https://www.flickr.com/photos/harinaivoteza/7241780178

Toscana Oggi - publicado el 23/03/15

Respuesta a la pregunta de un lector a propósito de una frase del Papa Francisco en el vuelo de regreso de Manila

El Papa Francisco, en el avión de regreso de Filipinas, dijo: “Hace algunos meses le reproché a una mujer en una parroquia por estar embarazada del octavo hijo tras siete cesáreas, ¿pero usted quiere dejar huérfanos a los otros siete? Eso es tentar a Dios”. Mi pregunta es: ¿cómo se puede conciliar este reproche con la figura de santa Gianna Beretta Molla, canonizada por san Juan Pablo II precisamente por su virtud heroica de arriesgar su vida para dar a luz a su cuarto hijo? ¿La canonización no indica como ejemplo universal de virtud cristiana el comportamiento de un fiel? Ciertamente no obliga a todos los cristianos a comportarse de igual manera, pero de aquí a reprochar acusando de tentar a Dios a una mujer con un comportamiento inspirado en una santa me parece que es una gran diferencia.
Alessandro Pacini

Responde el padre Maurizio Faggioni, profesor de Teología moral en la Facultad teológica de Italia central.

Respondo brevemente al desconcierto del lector, que evidencia las dos situaciones. En el caso de santa Gianna Beretta Molla (1922-1962), esposa, madre y médica ejemplar, se trató del descubrimiento, en el segundo mes de su cuarto embarazo, de un fibroma uterino.

“La ciencia de entonces – contará más tarde el marido – ofrecía dos soluciones consideradas como seguras para la vida de la madre: una laparotomía total con la extirpación del fibroma y el útero; o la extirpación del fibroma con la interrupción del embarazo. Una tercera solución, que consistía en la extirpación sólo del fibroma sin tocar al niño, ponía en grave peligro la vida de la madre” porque  – habían advertido los médicos – “una sutura practicada en el útero en los primeros meses de embarazo a menudo cede, con una ruptura secundaria del útero y un peligro mortal inmediato para la paciente, hacia el cuarto o quinto mes de embarazo”.

Consciente del riesgo tanto para ella como para el bebé, Gianna optó por esta tercera solución, para dar al bebé que llevaba dentro una posibilidad de vida.

A pesar de los temores, el embarazo llegó a su término. Los médicos intentaron inducir el parto por vías naturales, considerando ésta ser la opción más segura, pero el trabajo de parto fue terrible e inútil y, al final, se tuvo que recurrir a la cesárea.

La mañana del 21 de abril de 1962 nació una niña, Gianna Emanuela. Pocas horas después del parto se manifestó una peritonitis séptica que los médicos no lograron resolver y que le provocó a Gianna la muerte el 28 de abril.

El riesgo que había aceptado correr para proteger al máximo la vida del bebé que llevaba en su vientre se había convertido para ella en un riesgo mortal.

Muy distinto es el caso al que se refería el Santo Padre durante el viaje de Filipinas para explicar qué es la verdadera responsabilidad a la hora de transmitir la vida.

El Papa Francisco dijo, entre otras cosas: “Hace algunos meses le reproché a una mujer en una parroquia por estar embarazada del octavo hijo tras siete cesáreas, ¿pero usted quiere dejar huérfanos a los otros siete? Esto es tentar a Dios”.

Como se sabe la cesárea vuelve el útero más frágil y menos idóneo para un embarazo sucesivo. Hoy, de hecho, las técnicas quirúrgicas y una adecuada distancia entre embarazos permiten a la mujer repetir una cesárea sin excesivos riesgos, pero después de siete cesáreas, enfrentar un octavo embarazo podría ser una imprudencia (sobre esta cuestión, recomendamos la lectura atenta de la Q&A de Aleteia ¿Por qué los médicos suelen recomendar tres cesáreas como máximo?, N. del E.).

El Papa simplemente ha aplicado al caso concreto la doctrina de la Humanae Vitaen.10 en donde Pablo VI ofrece criterios para una paternidad responsable y recuerda cómo las “condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales” pueden llevar a la decisión, por serios motivos, “de evitar temporalmente o a tiempo indeterminado un nuevo nacimiento”.

El Santo Padre sabe lo que dice y no contradice la doctrina católica. ¿Hay necesidad acaso de repetirlo? La supuesta contradicción entre el juicio expresado por el Papa Francisco y el modelo de maternidad heroica ofrecido por santa Beretta Molla, no existe.

Me parece muy claro que es distinto el caso de una mujer que comienza un embarazo ignorando el destino que le espera, al caso de una mujer que comienza un embarazo sabiendo que pone en riesgo su vida y la de su bebé.

Lo que muchos no han entendido, laicos y católicos, de la Humanae Vitae, es que la paternidad responsable se puede ejercer procreando y renunciando a procrear.

Este juicio es formulado en conciencia por los esposos, ministros e intérpretes del diseño de Dios, en el contexto de la propia situación concreta y sobre la base de unos criterios objetivos. La salud de la madre es uno de estos criterios, sobre todo cuando un posible problema clínico de la madre se reflejaría inevitable y trágicamente en el bebé no nacido, como en el caso que recuerda el Santo Padre.

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