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El Padrenuestro en misa: ¿nos tomamos las manos? ¿las alzamos?

Catholics praying at Mass – es

© P.RAZZO/CIRIC

Henry Vargas Holguín - publicado el 28/12/14

Estas prácticas no están explícitamente prohibidas en el misal pero tampoco corresponden a una sana Liturgia

La práctica de tomarse de las manos a la hora de rezar el Padrenuestro viene del mundo protestante. La razón es que los protestantes, al no tener la Presencia Real de Cristo, es decir, al no tener una comunión real y válida que los una entre sí y con Dios, apelan al gesto de tomarse de la mano como momento de comunión en la oración comunitaria.

Nosotros en la misa tenemos dos momentos importantes: la Consagración y la Comunión. Allí –en la misa- es donde está nuestra unidad, allí es donde nos unimos a Cristo y en Cristo por el sacerdocio común de los fieles; y lo de cogerse la mano es una distracción de eso. Los católicos nos unimos en la Comunión, no cuando nos cogemos de la mano.

No hay nada en la Instrucción General del Misal Romano que indique que la práctica de cogerse las manos tenga que hacerse. En la misa cada gesto es regulado por la Iglesia y sus rúbricas.

Es por esto que tenemos partes particulares de la misa en las que nos arrodillamos, partes en las que nos levantamos, partes en las que nos sentamos, etc., y no hay mención alguna en las rúbricas que hable de que nos tengamos que coger de la mano al rezar el Padrenuestro.

Por tanto evítese esta práctica durante la celebración de la misa. Ahora bien, si alguien quiere hacerlo lo haga (a modo de excepción) con alguien de absoluta confianza, sin forzar a nadie, sin incomodar a nadie y sin ánimo de que ésta práctica se convierta en norma litúrgica para todos.

Hay que tener en cuenta que no todo el mundo quiere coger la mano al vecino, y tratar de imponerlo resulta un momento incómodo en detrimento de la oración, de la piedad y del recogimiento.

Otra cosa muy diferente es la oración comunitaria fuera de la misa; cuando se reza fuera de la misa no habría oposición alguna si se coge de la mano a alguien pues es un gesto muy emotivo y simbólico.

Ésta, como otras actitudes, no es otra cosa que la exaltación del sentimiento. El estar en comunión con alguien no está tanto en coger a alguien de la mano al rezar el Padrenuestro, sino más bien en el hecho de estar confesado, en el hecho de estar en estado de gracia, y, sobre todo, en el estar preparado para la Eucaristía.

Si el gesto de tomarse de la mano fuera necesario o importante o conveniente para toda la Iglesia, los obispos o las conferencias episcopales ya hubieran mandado desde hace mucho tiempo una petición a Roma para que se implantara esta práctica. No lo han hecho ni creo que lo hagan nunca.

Otra cosa que se ve mucho cuando se reza el Padrenuestro es que la gente levante las manos como hace el sacerdote. Pero no corresponde a los laicos durante la misa hacer los gestos reservados para el sacerdote, como tampoco pronunciar las palabras u oraciones del sacerdote confundiendo el sacerdocio común con el sacrificio ministerial.

Sólo los sacerdotes extienden sus manos y lo mejor es que los fieles permanezcan u oren con las manos juntas pues la fe interior es lo que cuenta, es lo que Dios ve.

Los gestos externos en la misa por parte de los sacerdotes son para que los fieles -en primer lugar- vean que el sacerdote es el hombre designado que intercede por ellos.

El extender los brazos en la oración era ya habitual en la Iglesia primitiva pero en el contexto de un círculo de oración, o en la oración en privado o en otro encuentro no litúrgico.

Los gestos en misa son precisos tanto en el sacerdote como para los fieles; cada uno hace lo suyo y los fieles no deben copiar los de los sacerdotes. Los gestos de los fieles en misa son sus respuestas, su canto, sus posiciones.

Tanto coger de la mano a alguien como alzar la mano al rezar el Padrenuestro son, en los fieles, prácticas no litúrgicas que si bien no están explícitamente prohibidas en el misal tampoco corresponden a una sana Liturgia.

Los fieles no deben repetir ni con palabras ni con acciones lo que diga y haga el sacerdote cuya función es presidir la asamblea litúrgica.

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