“El comercio y las reglas comerciales deben servir al bien común universal de toda la familia humana y a las necesidades especiales de los países más vulnerables. Es contraproducente prestar ayuda al desarrollo agrícola por un lado, y por otro utilizar políticas de comercio agrícola injustas que afectan a la economía agrícola de los países más pobres, se lee en la carta del arzobispo de Edmonton y presidente de la conferencia episcopal de Canadá, monseñor Richard Smith a los dirigentes de los países del G8.
En vísperas de esta cumbre, que se celebrará los días 17 y 18 de junio en Lough Erne (Irlanda del Norte), monseñor Richard Smith, en nombre de todos los obispos de este país, llama a los Estados a no ser menos que el Papa Francisco que se ha comprometido a “abrir los brazos para cuidar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños…” (cf. Homilía del Papa Francisco, misa inaugural de su pontificado, 19 de marzo de 2013).
El mismo texto se ha enviado a los dirigentes de cada uno de los países del G8 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos), firmado por los presidentes de las respectivas conferencias episcopales.
Esta cumbre llega en un momento de débil crecimiento económico mundial al que el Papa Francisco intenta de hecho responder con discursos y lanzando reiterados llamamientos a los responsables económicos, políticos y sociales a no dejar que “los signos de destrucción y de muerte acompañen la marcha de nuestro mundo”:
“Paz a todo el mundo, desgarrado… ¡por la explotación inicua de los recursos naturales! , deseó en su mensaje de Pascua frente a la paradoja que algunos llaman “la maldición de los recursos” que sufren tantos pueblos de naciones que disfrutan sin embargo de abundantes recursos naturales.
Tras los pasos de estos llamamientos y palabras del Papa, aparece la carta de los obispos, de la que ofrecemos algunos fragmentos:
“En un mundo que ha hecho grandes progresos en la mejora de la producción y de la distribución de los alimentos, todavía demasiados hijos de Dios se acuestan hambrientos o sufren carencia alimentaria, una tragedia cuyas consecuencias en la salud y en el rendimiento académico están presentes a lo largo de toda su vida”.
“Los ciudadanos tienen la obligación moral de pagar una parte justa de impuestos para el bien común, incluyendo el bien de las comunidades pobres y vulnerables, y asimismo los Estados tienen la obligación de respetar la “racionalidad y equidad en la imposición de las contribuciones” con “rigor e integridad…”.
“El acento que el G8 pone sobre la transparencia es crucial (···). Una verdadera transparencia y participación podrán cambiar esta “maldición de los recursos” en una bendición”.
“Preguntándoos, en primer lugar, cómo una determinada política afectará a las personas pobres y vulnerables, contribuiréis a la seguridad de que servirá al bien común de todos”.
“Rezamos para que vuestro encuentro sea bendecido por un espíritu de colaboración que os permita tomar medidas que mejoren la nutrición, reduzcan el hambre y la pobreza y refuercen la equidad de los impuestos y de las políticas sobre la transparencia y el comercio, por el bien común de todos”.
Leer aquí el texto íntegro de la carta de las conferencias nacionales de los obispos católicos a los dirigentes de los países del G8 que se concentrarán sobre tres temas principales: la lucha contra el proteccionismo, la lucha contra la evasión fiscal y la promoción de la transparencia en la acción de los Gobiernos y las empresas.
Fuente : http://www.cccb.ca/site/index.php
Hoy celebramos a...