"Lo perfecto es enemigo de lo bueno".
Lo decía santo Tomás de Aquino, un santo muy teológico pero también muy realista. Si hacemos propósitos altísimos y "perfectos", difícilmente serán asequibles y a la primera de cambio abandonaremos la lucha. Mejor un pequeño propósito y, una vez cumplido, iremos a por el siguiente.
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