Propósito sencillo, concreto y medible.
Un propósito puede ser tan sencillo y concreto como "no tomar chocolate", "sonreír a mi esposa", "bajar las basuras a la calle sin que tengan que recordármelo" o "no tomar alcohol" en Cuaresma. O "no pasaré más de 20 minutos al día en Facebook" o "me levantaré de la cama puntual cada mañana".
Pueden ser cosas relacionadas con mi carácter, con mi relación con los demás (comenzando por mi familia) o con modos de hacer: "dejaré mi habitación ordenada".
Al terminar el día, examina si has cumplido el propósito. Hazte un gráfico y anota. Así verás la evolución: si-no-no-sí-sí-sí...
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