Kim En Joong, capilla del monasterio del rosario y del Sacré-Coeur (Paray-le-Monial), 2015-2017
Muy influido por los colores de Oriente, las coloridas manchas de Kim En Joong son características de su arte. En Seúl, donde estudió en la escuela de Bellas Artes, quedó seducido por el arte occidental, por lo que decidió instalarse en Suiza. A lo largo de sus viajes, descubriría la luz de la Provenza, de Bretaña y encontraría la serenidad que buscaba en la espiritualidad de los monjes dominicos, de cuya orden es miembro desde 1974. Su pintura se quiere abstracta, pero siempre en una búsqueda de espiritualidad. Sus colores y sus formas no imponen nada, sino que sugieren: “Todo mi arte es ir de las tinieblas a la luz”, afirma el artista.
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