Mientras que los pueblos del valle alcanzan un máximo de 1.500 metros de alto, las montañas que lo circundan llegan a los 2.500 metros. El descanso en estos pueblos está asegurado ya que no han sido pasto del turismo masivo, ni siquiera en verano. Quien viaja a Boí suele ser amante de la naturaleza y de la cultura. Todo el entorno está muy adecuado a las necesidades de las familias.
+© Dolors Massot