Más de 500 000 visitantes se acercan durante los meses de julio y agosto a este lugar de peregrinaje consagrado a
Nuestra Señora de Rocamadour. “Estos visitantes pasarían aquí únicamente 2 minutos a menos que se encuentren con una propuesta de animación”, reconoce el personal del santuario. Y esta propuesta procede indudablemente del personal voluntario. Concretamente, este voluntariado está dirigido a jóvenes de entre 18 y 30 años que tengan disponibilidad durante una semana como mínimo en verano. “Ser voluntario significa aceptar la aventura del encuentro, la escucha, el intercambio y la colaboración con las personas que recibimos”, añade el personal del santuario. Y, por supuesto, se trabaja: los jóvenes se comprometen a la oración (asistir a los oficios, ayudar en la animación, etc.), servir (ofrecer varias horas de servicio al día para el buen funcionamiento del santuario), evangelizar al recibir a los peregrinos y turistas y compartir experiencias con el resto de voluntarios.