“Situada sobre un nido de águilas en el corazón de los Pirineos orientales, a una hora y media del Mediterráneo, la
abadía de San Martín del Canigó posee una belleza extraordinaria”, detalla la Comunidad de las Bienaventuranzas que habita este lugar desde 1988. De junio a septiembre, ofrece a los jóvenes de entre 18 y 35 años una estancia de voluntariado de 15 días a un mes para “recibir a los turistas y a todas aquellas personas que desean relajarse en un lugar de oración milenario”. Tras un periodo de aprendizaje, ayudarán a los visitantes a descubrir la abadía, su claustro y sus dos iglesias. Además de las visitas (2 o 3 al día de una hora de duración cada una), podrán ayudar con el mantenimiento de las áreas de recepción de turistas, la casa o el jardín. Los voluntarios reciben alojamiento y comida allí mismo y se les reembolsan los gastos del viaje.