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“Ciertamente el Espíritu Santo os da también la gracia de descubrir el rostro del Señor en el corazón de los hombres, que Él mismo os enseña a amar como hermanos. Y os ayuda a recoger las manifestaciones de su amor en medio de la trama de los acontecimientos. Con la atención humildemente dirigida hacia los hombres y hacia las cosas, el Espíritu de Jesús nos ilumina y nos enriquece con su sabiduría, con tal de que estemos profundamente penetrados por el espíritu de oración”.
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© Antoine Mekary | ALETEIA