Hemos de distinguir entre lo esencial y lo opinable
En política se dice que todo es opinable, pero sabemos que no es así. Hay que tener en cuenta la concepción antropológica en la que basamos nuestro modelo político. El respeto a la vida, la libertad o la religión son cuestiones de primer orden. Sería difícil, por no decir imposible, esperar ser amado por una persona que manifiesta odio a la religión si uno es creyente.
El concepto de la persona que tenemos configura todo nuestro universo político, de modo que es fácil ver si esas ideas son compatibles con las nuestras: ¿qué idea tiene de la persona, de la familia, de la enseñanza, de la libertad, de la propiedad privada, del papel del Estado? Esas son las cuestiones fundamentales en las que sí hay que estar (con matices, si se quiere) en la misma onda. De ahí, en el futuro, podréis edificar vuestra familia, hijos, educación, valores...
En cambio, estar en polos opuestos cuando se habla de planes urbanísticos, impuestos o de cómo llevar adelante un modelo sostenible de salud pública no es impedimento para que una pareja se quiera.
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