Trabajo en equipo.
Al igual que el liderazgo, el buen
trabajo en
equipo implica una combinación de otras habilidades sociales y virtudes cristianas. La prudencia, la justicia, la templanza, la humildad y la caridad son algunas de ellas.
Trabajar en equipo con una finalidad común precisa la sensibilidad y
la agudeza entre los compañeros para identificar cuándo exponer ideas y cuándo escuchar.
Los buenos jugadores de equipo son perceptivos y receptivos a las necesidades y responsabilidades de los demás.
Escuchar, no solo para poder contestar, sino para comprender lo que la otra persona quiere decir, suspendiendo juicios o interpretaciones personales. Además, es importante aprender a prestar atención al lenguaje no verbal y evaluar el mensaje como un todo.