¿Y si tu cónyuge fuera también tu mejor amigo? La confianza, la ternura y la complicidad son indispensables para construir un vínculo conyugal siempre vivo.
Hablar de amistad en la pareja no parece algo muy natural, sobre todo porque este sentimiento no se corresponde con la visión romántica y apasionada que tenemos del amor. Sin embargo, el primer consejo que el terapeuta estadounidense John Gottman recalca en su libro
Los siete principios para hacer que el matrimonio funcione, es que “los matrimonios felices se basan en una profunda amistad”. Las parejas felices se conocen íntimamente. Conocen perfectamente lo que le gusta y no al otro, cuáles son sus esperanzas o sus sueños. Todo esto exige prestar atención a todos los momentos de la otra persona. Muchos dan preferencia a la amistad en las relaciones fuera de la pareja, mientras que dejan para la vida conyugal el privilegio de la sexualidad… y de los conflictos. “El mejor amigo, la mejor amiga, es esa persona a la que más se ama, pero sin añorar, sin sufrir y sin padecer por ello, es la persona a la que se escoge, ese hombre o mujer a quien mejor conocemos, que nos conoce mejor, con quien podemos contar, con quien compartimos recuerdos y proyectos, esperanzas y temores, alegrías y tristezas…”, escribe el filósofo André Comte-Sponville en su Pequeño tratado de las grandes virtudes. Y por último concluye: “¿Quién no ve que este es, en efecto, el caso de una pareja (…)?”.