La fe en Dios de esta
religiosa italiana del siglo XIV le cimentó el camino para llevar una vida dedicada al servicio de los demás al tiempo que luchaba por la paz. A pesar de ser analfabeta, se las ingenió para dictar poderosas cartas al Estado y a los líderes de la Iglesia en una invitación a unificar la Iglesia e Italia durante un tiempo de inestabilidad política. Sus esfuerzos funcionaron, ya que logró persuadir al Papa para que regresara a Italia desde Francia, donde había buscado refugio.