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La montaña.
San Ignacio viajaba en los medios de la época, es decir, a pie y a caballo de una mula. Esto hace que cualquier peregrino sea más consciente de la tierra que pisa y del entorno. San Ignacio accedió por el sur -camino real (El Bruc, Collbató y el actual camino de las Baterías)- y se marchó por la vertiente norte (Marganell, Manresa). En el ascenso a la ida, Ignacio fue adentrándose en la montaña sin ver el monasterio, hasta que en la curva de Sant Miquel aparece de repente el templo. Dicen que ahí en Montserrat, para los peregrinos el paisaje entra por los pies, pero el impacto se produce en el cuerpo y en el alma.
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