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Más allá de los cuernos, que Miguel Angel prefirió mantener para no quitar la expresión de ira en el rostro, esta obra nos deja impactados por su enorme realismo, un realismo que pareciera que solo se puede expresar meticulosamente en una pintura y no en una escultura de mármol: la protuberancia de los músculos, la hinchazón de las venas, las grandes piernas, pesadas al empezar a moverse. Tal y como afirma un escritor, si este titán se levantara, el mundo se rompería en pedazos.
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© Ma. Paola Daud